Se lee en textos apócrifos que los monjes benedictinos de Montserrat fueron testigos -asunto sobre el que el Institut Nova Història* todavía no se ha pronunciado- de que en cierta ocasión la Moreneta respondió a un payés que todos los años acudía por estas fechas a su monasterio, implorándole suerte en el sorteo del Gordo de Navidad . Fue tanta su machacona insistencia que un día la patrona de Cataluña le dijo que sí, que algo haría por él, pero que era del todo punto imprescindible que, al menos, comprase un décimo. Tentar a la suerte es lo que millones de españoles hacemos en estas semanas y días previos al sorteo de la Lotería Nacional del 22 de diciembre. Todos los improperios que lanzamos una vez terminado el sorteo del pasado año, a la vista de la ausencia de premio alguno para los muchos décimos comprados, quedaron en el olvido. Y fuese tanto por atávicas querencias como por la machacona insistencia ludopática de Loterías del Estado, ensalzando las virtudes del comprar y compartir, hemos vuelto a ser multitud los que hemos repetido en la inversión más ruinosa que vieron los siglos . En el Projecte Trèvol (que trabaja a diario en Ontinyent y comarca, por hacer posible la incorporación sociolaboral de personas con discapacidad) jugamos el 96931. Lo digo porque tengo una intuición muy propicia hacia ese número, y no me gustaría que se me reprochase que no les avisé a tiempo. Dicho queda. Si el caso del catalán que no compra ni un décimo, pero suplica que le alcance la suerte, es del todo chocante, no lo es menos que pueda adelantarse el reparto de premios tres semanas antes de que los canten los niños de San Ildefonso. En este caso ha sido por arte de birlibirloque, que es el que ha repartido Pedro Sánchez entre todos aquellos, aquellas y aquelles a los que ha elevado a la condición de integrantes del Consejo de Administración de Radio Televisión Española con dedicación absoluta. ¿Acaso no es premio y de lo más suculento, que cada uno de ellos, ellas y elles tengan garantizado, como poco, 125.000 euros anuales por sentar sus antifonarios en los sillones de dicho? Esa cantidad es exactamente la misma que obtendrán todos aquellos que vean que su décimo ha conseguido un segundo premio, pero eso sí, en el caso de los consejeros sin haber comprado un décimo como pretendía el catalán de la historieta inicial. Y, salvo alguna excepción, no tener currículo televisivo alguno y sí, lo que bien se cotiza en La Moncloa, haber obtenido cum laude el doctorado en Ciencias Sanchistas. Por cierto, y conviene recordarlo -porque eso también debe ser memoria histórica- estos nuevos consejeros, de estricta obediencia al marido de Begoña, llevarán sobre sus espaldas (algunas cubiertas con chupa como la que lució Mariano Muniesa de Caveda al prometer por imperativo legal acatamiento al ordenamiento legal), el pecado original de que el decreto que modificaba las mayorías para renovar el Consejo de Administración fue aprobado por el Congreso de los Diputados el 30 de octubre, en la que fue la única actividad de esa sesión, dado que se acordó suspender el pleno por respeto a las víctimas de las riadas. El PSOE y sus socios de gobierno, deprisa, deprisa, no quisieron posponer esa votación y decidieron enfangarse con una votación que bien debió posponerse y más teniendo en cuenta sus espurios propósitos. Otorgar a esos consejeros la dedicación exclusiva con tan astronómico sueldo es impudicia que apesta a prevaricación, y más si se tiene en cuenta que los miembros del anterior consejo tenían una retribución de 11.000 euros . Si el Gordo no les ha tocado con tres semanas de anticipación, que baje San Ildefonso y lo cante. * Peculiar centro de propaganda separatista catalán capaz de afirmar que Cervantes -Sirvent, según ellos- era catalán y en catalán escribió el Quijote; que Colón -Colom- también era catalán y no embarcó en Palos de la Frontera sino en Pals. Y como esas, decenas de majaderías a cuál de ellas más trolera para halago de las tesis independentistas.