La Cueva de Los Murciélagos, colgada de un estrecho barranco del pueblo granadino de Albuñol, fue explotada en el siglo XIX para extraer guano de murciélago y usarlo como fertilizante. Después, se convirtió en una suerte de cuadra natural para resguardar el ganado, hasta que apareció una veta de galena y los mineros llegaron con sus picos y palas. Fue entonces, al retirar los bloques para acceder al mineral, cuando la cueva descubrió su auténtico tesoro: una galería interior con cadáveres parcialmente momificados y restos arqueológicos extraordinarios que en la época no supieron preservar de forma adecuada, por lo que mucho de lo que allí había acabó destrozado, quemado como si fuera rastrojo o en las casas de los trabajadores...
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