Francia regresó este miércoles a 1962, cuando por primera vez en la historia de la V República creada en 1958 un Gobierno cayó en una moción de censura parlamentaria en la Asamblea Nacional. En plena guerra de independencia de Argelia, el presidente de la República, el general Charles de Gaulle, reclamaba más poderes en detrimento de un Legislativo que se consideró ninguneado por el jefe de Estado. En represalia, los diputados decidieron derribar a su primer ministro, el conservador Georges Pompidou.
El arquitecto de la V República no se acobardó por el varapalo parlamentario. Disolvió la Asamblea Nacional, convocó nuevas elecciones legislativas en la que arrasó y volvió a nombrar primer ministro a Pompidou, que se convertiría en 1969 en su sucesor.
Sin embargo, más de 60 años después, la realidad política francesa es muy diferente, con una endiablada aritmética parlamentaria en la que ningún grupo (izquierda, centro derecha y ultraderecha) cuenta con la mayoría suficiente para formar un Gobierno estable. Por la propia naturaleza del sistema semi presidencialista, los partidos franceses no están acostumbrados como en sus vecinas Italia o Alemania a negociar coaliciones para gobernar. En manos de Emmanuel Macron reside encontrar un salida a este rompecabezas político.