Si el T-MEC termina su vigencia hasta 2036, aunque viene una revisión en julio de 2026, por qué se afirma desde ahora que no solo no se renovará en los mismos términos que está redactado, sino que, en el mejor de los casos, será un acuerdo bilateral con Estados Unidos y con medidas más severas de proteccionismo; esto significa que Canadá saldrá del acuerdo comercial y Donald Trump doblegará a la contraparte mexicana.
En este escenario los tres países pierden y se ponen de pechito para que sean devorados por China y por otros bloques comerciales que existen en el orbe, como la Unión Europea.
La alianza comercial de América del Norte debe preservarse para mantener el liderazgo mundial que se tiene ahora, en beneficio de los pueblos de México, Estados Unidos y Canadá, y esto lo sabe mejor que nadie Donald Trump. Empero, fiel a su costumbre, presiona para sacar mayor provecho, sobre todo porque ya le funcionó esta estrategia con López Obrador, quien fue sometido a los designios de la Casa Blanca.
Por desgracia, Donald tiene el sartén por el mango porque posee demasiadas cartas a su favor para ponerlas en la mesa cuando asuma la presidencia en enero de 2025; en tanto, la presidenta Sheinbaum solo ha esgrimido argumentos patrioteros como hacer referencia a la letra del Himno Nacional y párele de contar.
Son reactivos en lugar de ser proactivos; verbigracia, la cancillería anunció que ya están preparando los albergues para recibir a todos los indocumentados que expulse Estados Unidos y que serán recibidos en territorio nacional sin importar su nacionalidad.
Hacen operativos contra los productos chinos, pero pasan por alto que hay más inversión de ese país en EU que en México.
Por eso afirmamos que el T-MEC pasará a mejor vida, porque no hay capacidad de respuesta de este lado de la frontera y no se hizo nada para combatir el trasiego de fentanilo, ni para ordenar el flujo migratorio y menos para evitar la infiltración del crimen organizado en altas esferas del gobierno de López Obrador, y ello es del conocimiento de las agencias de inteligencia del vecino del norte.
En el sindicato de gobiernos populistas de izquierda que siguen al pie de la letra los acuerdos del Foro de São Paulo, dirán que es una victoria alejarse de “la bota del imperialismo yanqui” para acercarse más a China y a otros gobiernos afines; empero, el mero amago de que esto suceda crea un ambiente de incertidumbre, que es la antesala de una crisis económica de grandes proporciones para México.
Mientras que Donald Trump ya tiene definida su estrategia para imponer su voluntad en sus intenciones de frenar la migración y el tráfico de fentanilo, al tiempo de imponer un nuevo tratado comercial en donde se beneficien los productos y empresas norteamericanas, la presidenta Claudia Sheinbaum camina en cámara lenta, en lugar de ser proactiva mediante el guante suave de la diplomacia y de forma paralela con posturas firmes y argumentos convincentes para así restarle fuerza al fuerte impacto que se tendrá en territorio nacional a partir del 20 de enero del próximo año, fecha de la asunción al poder del magnate inmobiliario.
Hay que medir la reacción de dos jefes de Estado que ante la misma amenaza se movieron de forma diferente; mientras que Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, entabló en carácter de urgente una conversación telefónica con Trump y luego fue a visitarlo a Mar-a-Lago para zanjar las diferencias, la mandataria mexicana tardó dos días en hablar con Trump para luego establecer que ya habrá tiempo para un encuentro personal.
Esta estrategia fue respaldada por la cancillería mexicana –no faltaba más– y ya se busca en estos momentos –dicen ellos– la reunión entre Sheinbaum y Trump. Se corre el riesgo de que el magnate plantee la anexión de México a la Unión Americana como el estado 52, tal como lo hizo con Canadá, y que por eso –dicen– es mejor no buscar una reunión bilateral.
Argumenta Juan Ramón de la Fuente que es mejor guardar la distancia debida y dar pasos con firmeza, pero con prudencia para evitar quedar atrapado entre las bravuconerías del próximo presidente de Estados Unidos.
Con este tipo de excusas, timoratas y poco inteligentes, se somete al gobierno de México desde ahora a una posición de desventaja ante su contraparte norteamericana.
El frente mexicano debe establecer una estrategia que permita, por un lado, buscar el camino de la negociación y el diálogo y, por otro –con la vocería del secretario de Economía, Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente– mandar mensajes de fuerza con el argumento de que el más afectado por la imposición de aranceles a los productos mexicanos o el cierre de la frontera, incluso a trabajadores mexicanos documentados, será el propio Estados Unidos.
No es un secreto que Canadá intenta por todos los medios sacar raja comercial de las diferencias de Trump con México, al insistir en salirse del T-MEC; sin embargo, si los canadienses quedan al margen del nuevo tratado comercial, serán los más afectados y se quedarán rezagados en el desarrollo económico de la región.