La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), a la que el Perú aspira acceder, proyectó que la economía peruana crecerá 3,1% en 2024. Similar tasa prevé el BBVA Resarch frente a la mejora de indicadores como la recuperación del mercado formal, confianza empresarial y dinamismo de la inversión pública.
Aunque las proyecciones decantan a más de uno, las previsiones conservadoras del próximo año ponen paños fríos frente a diversos riesgos de índole local y exógena. Para el 2025, el foro global de economías avanzadas pronostica un crecimiento modesto de 2,8%, mientras que el BBVA estima un 2,7%, tomando en consideración riesgos que a nivel externo están vinculados con las medidas proteccionistas del republicano Donald Trump.
“Hay que adaptarse a una nueva administración en Estados Unidos, donde algunas políticas tendrán efecto a nivel global. Los fundamentos macro están solidos en Perú y eso nos va a ayudar”, expresó Hugo Perea, economista jefe del banco. Sin embargo, en el terreno local, si bien se vive un contexto político y social de relativa calma, complementado de una confianza empresarial en terreno optimista, BBVA Research percibe que recientemente se ha elevado el riesgo de que el mandato presidencial del régimen Boluarte finalice antes de 2026.
“En la parte política, estamos asumiendo que esta administración culmine su periodo presidencial, aunque la situación es frágil”, acotó.
Otro de los riesgos que advierte es el rol del Congreso, de continuar con agendas propias y medidas de carácter populista. Anticipa que el gobierno entrante tendrá un bajo capital político y una menor capacidad para llevar a cabo sendas reformas.
Frente a sinuosos riesgos políticos que se avecinan en 2025, como el calentamiento de la campaña electoral, existen importantes proyectos de inversión que servirían de contención, observa el BBVA.
En 2025 iniciará la construcción del proyecto minero Zafranal en Arequipa (US$1.263 millones), Reposición Antamina en Áncash (U$2.000 millones) y el proyecto de irrigación Chavimochic en La Libertad (U$750 millones). Se agregan Tía María en Arequipa (U$1.400 millones) y el proyecto de transporte Vía Expresa Sur (U$ 298 millones).
El megapuerto de Chancay también podría sumar al impacto positivo en el PBI en línea con el arranque de la operación, aunque dependerá de factores como la carga que pueda canalizar desde otros países, la instalación de maquilas cerca del puerto, la facilidad para acceder al terminal desde otros puntos del país y la reducción de costos que pueda generar para las industrias locales, señala el banco.
Según el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), el impacto positivo de la operación del puerto podría ser en 2025 de entre 0,3% del PBI y hasta 0,9%.
Desde la OCDE y BBVA, advierten que hay preocupación en las cuentas fiscales, cuyos niveles no se veían desde los años 90. “Va a ser difícil que se cumpla la trayectoria de consolidación fiscal si no hay medidas adicionales para elevar la presión tributaria y contener las exoneraciones tributarias", mencionó Perea.
Para ello, sostiene que el nivel de déficit que se requeriría para estabilizar la deuda pública en 36% debería ser no mayor a 1,8%. De lo contrario, se verán deterioros en los indicadores fiscales.
Desde el foro global alertaron que "será complicado alcanzar los objetivos del déficit" en el periodo 2025-2026 debido a que se requieren recortes significativos del gasto y la materialización de una serie de ingresos inciertos procedentes de litigios.
Para garantizar la sostenibilidad fiscal y satisfacer las crecientes necesidades de desarrollo social y de infraestructuras, se necesita una mayor eficiencia en el gasto público y en los ingresos tributarios.
Efecto. El riesgo político que más pesará el próximo año es el inicio de la campaña electoral. “Podría generar más incertidumbre”, señala BBV Research.
En cálculos del banco, el tipo de cambio oscilará al cierre del 2024 en un rango de entre S/3,75 y S/3,85 por dólar. Para el año 2025 se estima un nivel similar.