Martín es un niño que vive en Beranga, un pintoresco pueblo cerca de Laredo, en Cantabria. Estudia en el CEIP Jesús del Monte, en Hazas de Cesto, donde cursa tercero de Primaria. Aunque su vida escolar transcurre con normalidad, hay algo que marca profundamente sus días: la llamada "tiranía" de los mayores durante los recreos. Es un problema que muchos niños pueden identificar, especialmente cuando se trata de los partidos de fútbol en el patio, donde la desigualdad de fuerzas se hace notar.
El pequeño futbolista no está solo en su lucha. Junto a sus compañeros de clase, Martín se enfrenta a una difícil realidad: cada vez que les toca jugar contra los chicos de cuarto, la situación se convierte en un auténtico desafío. Tal y como él mismo relata, con un toque de humor, en el programa *El Día Después*, la diferencia de edad y tamaño entre los equipos hace que los recreos sean todo menos una competición equitativa.
Uno de los principales obstáculos a los que se enfrenta Martín en los partidos de fútbol es la disparidad en el número de jugadores. "Nos ganan siempre", comenta con algo de resignación, recordando las constantes derrotas que él y sus compañeros han sufrido en los enfrentamientos con los más grandes. "Cuando jugamos contra los de cuarto… Ellos son más de diez, y nosotros somos cuatro o cinco", explica Martín, con una sinceridad que solo un niño podría tener. En un partido donde la mayoría de los jugadores superan en número a los rivales, las posibilidades de ganar parecen mínimas.
A pesar de las dificultades, el pequeño grupo de futbolistas no se rinde. Martín reconoce que, a menudo, la única estrategia viable es aferrarse a una sólida defensa y esperar alguna oportunidad en el ataque. "Tenemos que tirar del medio campo a ver si metemos algún gol", bromea el niño. "Y nos encarramos atrás", agrega, como si fuera una táctica de supervivencia. Aunque el resultado final nunca ha sido favorable, el espíritu de lucha de Martín y sus compañeros se mantiene intacto.
Martín no se deja desmotivar. Aunque su equipo jamás ha logrado ganar a los mayores, el niño asegura con una sonrisa que "nos ganan diez a dos, y nos hemos quedado cerca de empatar". No se trata de una derrota amarga, sino de una anécdota que cuenta con una mezcla de humor y resignación. "Es muy difícil ganar, no lo vamos a hacer en todo el año", confiesa con una mirada llena de realismo, aunque no pierde la esperanza de que algún día lleguen a conseguirlo.
"Tenemos que ganar un partido como mínimo", dice con determinación, mientras da algunos consejos prácticos a sus compañeros de equipo. "Tenemos que despejar más y meter más goles". En sus palabras se refleja la actitud de un verdadero deportista: seguir intentándolo, no rendirse y disfrutar del juego, incluso cuando las probabilidades de éxito son muy bajas.
A pesar de que su equipo sigue perdiendo en la mayoría de los partidos, la actitud de Martín es un recordatorio de lo que significa ser un verdadero deportista: disfrutar del juego, luchar con espíritu y nunca perder la esperanza de conseguir lo que parece imposible. Y, aunque quizás no logren ganar a los de cuarto este año, Martín y sus compañeros ya han ganado algo mucho más importante: el apoyo y cariño de todos los que, como él, siguen luchando en el campo, en los recreos y en la vida.