Séneca (4ac-65dc) explicaba que «la economía es el arte de cercenar los gastos superfluos». No consta que PedroSánchez ni la andaluza María Jesús Montero sean devotos del estoico cordobés. Mucho menos del liberal Frederic Bastiat (1801-1850), que escribió «cuando un funcionario público gasta cinco francos de más, es porque un contribuyente gasta cinco francos de menos. El gasto del funcionario se ve, porque se verifica; pero el del contribuyente no se ve, porque, ¡ay!, se le impide realizarlo». La semana pasada, aunque ha pasado bastante inadvertido, la IGAE (Intervención General de la Administración del Estado) publicó los datos del «gasto por funciones» de todas las Administraciones Públicas en 2023. El dato quizá podría adelantarse algo más, pero aparece según el calendario previsto. Lo significativo, que tampoco centra la atención de casi nadie, es que en 2023 el gasto público total alcanzó la inimaginable y fantástica cantidad de «¡680.952!» millones de euros. Son, también, segun la IGAE, 177.588 millones más que en 2018, el año que Sánchez llegó a la Moncloa y que es el más antiguo del que el documento aporta cifras. En total, el gasto ha aumentado desde entonces en un 35,18%, muy por encima incluso de la inflación, que creció un 19,8% en ese periodo.
¿Cómo se gasta esa insólita cantidad de dinero? La IGAE lo desmenuza hasta el último detalle. A grandes rasgos, el mayor gasto corresponde a «Protección social»: 277.104 millones, de los que también la parte del león va destinada al pago de pensiones. La «Remuneración de asalariados», es decir, los salarios de funcionarios y personal laboral, fijo o eventual, de las Administraciones, alcanzó los 163.373 millones de euros. «Sanidad», con 98.624 millones, fue el siguiente gasto más importante, seguido de los que se encuadran en el epígrafe «Servicios públicos generales», que necesitaron 84.784 millones, de los que 35.707 se destinaron al pago de intereses de la deuda pública, 4.000 más que el año anterior. «Asuntos económicos», con 74.958 millones y «Educación», con 63.040 millones, son otros de los capítulos más destacados del gasto. Muchos de esos gastos son ineludibles, pero otros no, y quizá habría que practicar el arte de cercenar los superfluos, como pedía Seneca.