Los conflictos no solo son el resultado de desacuerdos o intereses opuestos, sino que también están profundamente influenciados por factores emocionales, cognitivos y comportamentales. Entre estos, las emociones juegan un papel central, moldeando cómo percibimos, interpretamos y respondemos a las situaciones de tensión. Comprender este núcleo emocional es crucial para manejar conflictos de manera efectiva y promover su transformación.