Jugar a ser mánager de un equipo de fútbol es tendencia entre los jóvenes aficionados al deporte rey. Puede ser una manera sana de relacionarse con los colegas, pero en algunos casos van más allá: la adicción, los insultos y las amenazas son cada vez más frecuentes en este universo
Anatomía del machismo en el videojuego: 20% de desarrolladoras, pocas periodistas y acoso online
Jesús (27 años) es opositor y se levanta todos los días a las 7.00 de la mañana. En cuanto abre un ojo, alarga la mano hacia la mesita de noche y coge su móvil, algo más que frecuente entre los jóvenes de su edad. Pero Jesús no comprueba sus mensajes de WhatsApp ni abre Instagram, sino otra app: “Es lo primero que consulto al levantarme. Es apagar la alarma y meterme en el míster”.
Se refiere a Míster Fantasy, uno de los numerosos juegos de fútbol fantasy que existen actualmente en España y que están viviendo un auténtico auge entre los jóvenes, sobre todo varones, aficionados al deporte rey. El pionero fue el mítico Comunio, creado por un ingeniero alemán en el año 2000. En 2009 se volvió muy popular en España y comenzaron a surgir varios juegos que copiaban su sistema: Biwenger (hoy fantasy oficial del diario As), el propio Míster Fantasy, La Liga Fantástica Marca o LaLiga Fantasy, actualmente asociado al diario deportivo Relevo y juego oficial de LaLiga, son solo algunos ejemplos.
Su funcionamiento es muy sencillo: cada usuario actúa como mánager de un equipo y tiene un presupuesto para crear una plantilla con jugadores reales de LaLiga. Cada día se actualiza el mercado en el que los mánager pujan por los futbolistas que les interesan, sin saber qué oferta han realizado los demás. Los puntos se obtienen según la actuación de los futbolistas en los partidos reales de cada jornada, dependiendo de criterios estadísticos, como goles o asistencias, y, en algunos casos, de las puntuaciones que les otorgan los cronistas de periódicos como As o Marca. Se compite en una liga virtual con amigos o con desconocidos y el objetivo es conseguir más puntos que los rivales.
Esto que, a priori, parece algo muy sencillo y anodino, ha creado un universo propio en las redes sociales y se ha convertido en un auténtico fenómeno, que ha llegado incluso a los pasillos del Congreso. Hace poco, Gabriel Rufián le decía al agitador Vito Quiles que no sabía si había hecho bien fichando a Pau Cubarsí, defensa del Barça, para rehuir una pregunta.
La red social por excelencia de los mánager fantasy es X. Los usuarios no solo comparten sus alineaciones, consultan dudas y dan recomendaciones sobre qué jugadores son más interesantes para cada jornada, sino que también utilizan una jerga común y crean memes que solo ellos mismos comprenden.
Es habitual que en los grupos de amigos se jueguen algo de dinero para optar a una recompensa al final de temporada, que suele consistir en una cena con los colegas, un finde en una casa rural o la camiseta de algún jugador. Pero hay gente que lo lleva mucho más allá: hace poco se viralizó un vídeo en el que un joven saltaba de la ventana de un primer piso para cumplir un “castigo fantasy” por quedar el último en una jornada.
Es habitual que entre amigos se jueguen algo de dinero para optar a una recompensa al final de temporada, pero hay gente que lo lleva más allá: hace poco un joven saltaba desde un primer piso para cumplir un 'castigo fantasy
Apenas existen datos públicos sobre el número de usuarios que participan en este tipo de competiciones. Biwenger, por ejemplo, el mánager oficial del diario As, se autoproclamaba en 2023 el fantasy más jugado de España, con “más de dos millones de usuarios activos” en la temporada 2022-2023. LaLiga Fantasy, el mánager oficial de la competición, en respuesta a una consulta de este periódico, asegura que ha alcanzado más de un millón de usuarios únicos al día y que el número de registros esta temporada ha aumentado un 145% respecto a la anterior.
Su repercusión no deja de crecer, hasta el punto de que periodistas y creadores de contenido se ganan la vida exclusivamente hablando sobre este tema. Uno de los más conocidos es José Carrasco (@JoseCarrasco98), que acumula más de 74.000 seguidores en X y casi 45.000 en Twitch, donde hace un directo diario comentando la actualidad futbolística “en clave fantasy”. “Es una forma de vivir los partidos de una manera más intensa”, argumenta para explicar la posible causa del boom que viven los juegos fantasy actualmente. Y añade: “Si tú ves a tanta gente hablando por redes sobre el tema con tanta pasión, inmediatamente se convierte en una experiencia que quieres vivir”.
Para Jesús, por ejemplo, el “míster” es incluso una excusa para mantener ciertas amistades: “Es una forma de estar en contacto con los que viven fuera. Si no fuese por el juego, apenas hablaríamos”, reconoce. No obstante, este tipo de apps tienen su peligro, muy relacionado con la difícil relación entre los jóvenes y los smartphones, por la cantidad de tiempo invertida en las plataformas.
Jesús, por ejemplo, se está preparando para los exámenes de acceso a inspección de Hacienda, unas oposiciones muy complejas, con una media de dos a cuatro años de estudio para aprobar, según cuenta. Él admite que el juego le distrae demasiado: “Claramente, me ha quitado tiempo de estudio. En las jornadas intersemanales [las que no se juegan en fin de semana por necesidades del calendario futbolístico] me distraigo porque estoy pendiente de los partidos y lo que hacen mis jugadores”. Además, reconoce que hay días que puede estar más de una hora seguida dentro de la aplicación. Si a eso le añadimos el tiempo invertido en leer las noticias de medios especializados en contenidos de este tipo o en ver los vídeos de analistas como Carrasco, el gasto de tiempo empleado en el juego puede superar las dos o tres horas en días señalados.
Para Jesús (27 años), que se está preparando una oposición, el gasto de tiempo invertido en el juego puede superar las dos o tres horas en días señalados
Marc Masip, psicólogo y experto en adicción a las nuevas tecnologías ya ha tratado varios casos de personas como Jesús: “Nos llegan jóvenes, algún adulto, que admiten que lo primero que hacen al levantarse es mirar quién ha salido en el mercado, que durante el día están pendientes del chat de grupo y que les quita mucho tiempo productivo de trabajo o estudio”. No obstante, Masip, por el momento, no cree que estos pequeños “enganches” puedan suponer un verdadero problema de adicción: “Yo creo que es algo más sano que estar viendo vídeos de TikTok, pero como en todo, debemos tener la medida correcta”.
La esencia de estos juegos es que no utilizan dinero real, lo que les resta peligrosidad, a excepción de algunos modos premium que desbloquean ciertas funcionalidades para las ligas privadas, como la posibilidad de saber cuántos rivales han pujado por un jugador o los famosos “clausulazos”, es decir, robar jugadores a tus rivales pagando una cantidad de dinero falso.
Sin embargo, esta temporada ha aparecido una nueva aplicación, Stars League Fantasy, propiedad de un empresario ilicitano, que introduce premios en criptomonedas y que, tal y como presume en su web, posee un elemento diferenciador: las “Stars Coins”, monedas virtuales que se compran con dinero real y que otorgan ventajas competitivas. “Aunque obviamente introducir la opción de pagar puede ser peligroso para algunas personas sin autocontrol, normalmente la mayoría del público busca jugar gratis a los fantasy”, dice Carrasco, que reconoce que él comenzó a crear contenido fantasy para librarse de otro tipo de adicción: “Para mí fue una forma de alejarme de las apuestas deportivas, con las que empezaba a estar un poco obsesionado”.
Para mí [empezar a crear contenido 'fantasy'] fue una forma de alejarme de las apuestas deportivas, con las que empezaba a estar un poco obsesionado
Una compañera de redacción de Patricia Cazón, periodista del diario As, encargada también de redactar algunas de las crónicas de los partidos de LaLiga, recibió una amenaza en la que un usuario sugería que le violaran “mientras enfrente de ti están degollando a toda tu familia”. Cazón escribe las crónicas del Atlético de Madrid y, en cada partido, otorga a cada jugador un número de “picas” en función de su desempeño sobre el terreno de juego. En varios de los juegos fantasy, esto influye en mayor o menor medida en la puntuación final de los futbolistas.
“En el caso de una mujer es muy fácil: todo lo que me dicen está relacionado con los verbos chupar, fregar y limpiar. Hay gente que te dice unas bestialidades tremendas”, afirma Cazón sobre los comentarios que recibe después en redes sociales. Los insultos y amenazas ocurren casi a diario, pero asegura que nunca se ha sentido presionada a la hora de poner las picas, a pesar de que sufre la “pasión” de los mánager virtuales desde que comenzó a escribir en el periódico, hace nueve años. “Ya entonces el seguimiento de estos juegos era brutal”, añade.
Aunque las mujeres suelen recibir los mensajes más duros, Santi Giménez, compañero de Cazón en el As, también ha tenido que lidiar con la obsesión de algunos por los fantasy: “Cuando tenía Twitter, me llegaba un alud de insultos de gente absolutamente analfabeta de fútbol”, dice Giménez, que escribe las crónicas del Barça en dicho medio. Él, antes de borrarse de todas las redes sociales, ya tuvo que bloquear palabras como “Comunio”, “Biwenger” o “fantasy” en Twitter.
Como señalaba Cazón, desde que nació Comunio, las amenazas e insultos a cronistas están a la orden del día. Sin embargo, en las últimas temporadas, los más fanáticos de este tipo de juegos han ido más allá y son ahora los propios futbolistas y entrenadores, como Luis García Plaza, director técnico del Alavés, quienes se quejan de estar recibiendo miles de mensajes por redes sociales con insultos por no haber hecho un buen partido o no haber puesto de titular a Carlos Vicente.
El fenómeno de los juegos fantasy, además de una moda, es también un reflejo de cómo los comportamientos tóxicos en el mundo del deporte han saltado a Internet y al ocio digital, alejando además a los usuarios que participan en estas plataformas de la manera tradicional de disfrutar de las competiciones, compartiendo ese momento y ese espacio con los suyos.