El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, está "alarmado por la reciente escalada de violencia en el noroeste de Siria" e insta al "cese inmediato de las hostilidades", dijo este lunes su portavoz.
"Todas las partes deben hacer todo lo posible para proteger a los civiles y las infraestructuras civiles, así como permitir el paso seguro de los civiles que huyen de las hostilidades", afirmó Stéphane Dujarric.
Con un conflicto que dura ya casi 14 años, los sirios "merecen un horizonte político que les conduzca a un futuro pacífico, no más derramamiento de sangre", insistió el portavoz.
Por primera vez desde el inicio de la guerra civil en 2011, el régimen ha perdido el control total de Alepo, la segunda ciudad de Siria, un importante revés infligido por una coalición de grupos rebeldes dominada por islamistas radicales de Hay'at Tahrir al-Sham, entidad sujeta a sanciones del Consejo de Seguridad.
En respuesta, la aviación siria y rusa bombardearon zonas controladas por estos grupos en la provincia de Idleb, en el noroeste de Siria, y en la vecina Alepo, matando a 15 civiles, entre ellos niños, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En estas condiciones de inseguridad, las operaciones humanitarias de la ONU y de sus socios han tenido que ser "suspendidas en gran parte" en ciertas zonas de Alepo, Idleb y Hama, dijo Dujarric, quien recordó la imposibilidad de acceder a los almacenes donde se guarda la ayuda humanitaria.
"Esto ha causado graves trastornos en el acceso de la población a la ayuda vital", añadió, asegurando que la ONU estaba decidida a permanecer sobre el terreno para llevar a cabo su misión de asistencia humanitaria.
También expresó su preocupación por el empeoramiento de la situación sanitaria, sobre todo, "por la presencia de cadáveres sin enterrar y la falta de agua potable".
Siria vive ya una de las peores crisis humanitarias del mundo, con 16,7 millones de personas dependientes de la ayuda humanitaria y 7 millones de desplazados, recordó.
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