Si indagamos en la historia de nuestro mundo encontramos ciertas cuestiones sin respuesta que, a fin de cuentas, son parte de la belleza y el misterio que esconde su naturaleza. En este sentido surge uno de los grandes nombres de la geografía primigenia como es el de Pangea. El cual es tratado como la vida antes de la vida, de la nuestra.
Quien sabe si dentro de mil años Asia es visto como el coloso que antes reinaba en la superficie. Sin embargo, si nos remontamos a lo que hoy se conoce como el inicio de los tiempos, hace más de 4.500 millones de años con la creación de la Tierra, la división continental ha ido proliferándose hasta nuestros días.
Nos hemos de remontar al eón Arcaico, entre el Hádico y el Proterozoico, una época que comprende unos 1.500 millones de años de historia y abarca el inicio pronunciado del movimiento de las placas tectónicas, enunciado en 1912 como la Teoría de Placas por el geofísico alemán Alfred Lothar Wegener. Este ensayo teórico, conocido también como la Deriva Continental, explica la historia de el por qué de las escisiones producidas en el gran continente, durante varios miles de millones de años, en nuestro presente han supuesto la subdivisión de este en siete partes.
A través de este estudio entra a escena el 'supercontinente', es decir, Pangea. No obstante, la popularidad de este concepto en ciertas ocasiones opaca su pasado. No hay que olvidar que el 'padre de los continentes' del hoy también tuvo otro padre en el ayer. Es entonces cuando interviene nuestro protagonista, el primer gran continente. Su estudio a través de la geología ha revelado cierta información sobre el clima de esta era primigenia y sus diferencias con el resto, además de una visión mucho más esclarecedora del proceso cronológico de separación del territorio continental.
Este hallazgo surgió como consecuencia del estudio de investigación de dos de las rocas más antiguas de nuestro planeta localizadas en Canadá. El experimento sustentaba la teoría de que Kaapvaal y Pilbara, dos de los cratones más longevos de la Tierra, habían estado unidos desde un pasado lejano y, con la evolución geológica, comenzaron su fragmentación en un periodo desconocido. De este modo Vaalbará es el nombre que recibe el primer continente de la historia, que hipotéticamente reunía a ambos. Su origen data de hace más 3.600 millones de años.
A su vez, la investigación de sus características físicas ha contribuido en el descubrimiento de un clima cálido y enigmático en el eón Arcaico, que favoreció la existencia de vida acelerando el proceso evolutivo vital. Al mismo tiempo, la morfología de los minerales antiguos atestiguan la presencia de océanos líquidos y una atmósfera rica en dióxido de carbono.
La hipótesis que nos cuenta la historia de la creación del primer continente, hace más de 3.600 millones de años, hasta Pangea, 335 millones de años atrás, encuentra por el camino otros territorios que cabe destacar. El sucesor de Vaalbará recibe el nombre de Ur, hace 3.000 millones de años, que se estima que tuviera un volumen menor a la Australia actual. Le siguen Kenorland, hace unos 2.700 millones de años, y Columbia, hace 1.800. Acto seguido, con la mutación de los movimientos sísmicos ocasionados existieron dos grandes continentes conocidos bajo el término de Rodinia hace 1.100 millones de años y Pannotia hace 600.