Ernesto Cabral, el reportero del portal ‘La Encerrona’ que investigó la procedencia de los relojes Rolex que la presidenta Dina Boluarte mostró en distintas actividades oficiales, también ha indagado sobre el impacto de la pandemia en la salud mental de los periodistas. Él mismo ha sido diagnosticado con un cuadro de estrés postraumático, así que, además de la terapia que lleva permanentemente, se interesa por cómo se enfrenta este tema en las redacciones. Su primer libro, Rolexgate (Planeta/2024), es el relato de su investigación sobre los costosos regalos que la presidenta recibió de su wayki, Wilfredo Oscorima, y de cómo las salas de redacción sirven como red de apoyo para los reporteros que se enfrentan a los poderosos.
Gustavo Gorriti dice que la historia de cómo hacemos las investigaciones los periodistas es a veces tan valiosa como lo que cuentan esas mismas investigaciones. Parece que en este libro ustedes recogen esa idea.
A ver, esto ocurre en un contexto en el cual comienza a generarse mucha desconfianza sobre cómo habíamos hecho nuestro trabajo. Decían que éramos parte de una venganza política, que Otárola nos había dado información, que Marco (Sifuentes) era parte de un complot. Entonces, me pareció que era una buena idea transparentar cómo habíamos hecho la investigación, cómo había sido el trabajo y creo que es una manera de contrarrestar esta desconfianza que hay sobre la prensa. Intento mostrar que los periodistas somos humanos, que tomamos decisiones a cada momento y que tenemos ciertos protocolos para tomar esas decisiones.
Los políticos en general tienen gusto por lo superfluo. Hay líderes que hacen todo lo posible por salir en la portada de la revista Cosas y otros se van al golf de San Isidro en momentos muy difíciles para el país.
Como PPK.
Sí. ¿Cuándo te diste cuenta de que este no era un tema solo de ostentación, de gusto por el lujo, que había algo más detrás de todo esto?
Justo lo cuento en el libro. Se dio cuando me siento con mis compañeros de la redacción a conversar sobre el tema. Porque el referente más reciente que teníamos era el de Nadine Heredia, a la que se criticó por el uso de accesorios caros. Había varias preguntas. Por ejemplo: ¿Hubiéramos hecho lo mismo con un presidente hombre?
¿Qué respondió la redacción cuando hicieron esa pregunta?
Salió el caso de Pedro Castillo y cómo, por ejemplo, se le criticaba por sus sombreros, por si se vestía igual que Evo Morales. Pero igual había un riesgo real de tener un sesgo con una mujer. Entonces, comenzamos a pensar, ¿por qué es relevante esto? ¿En qué situaciones sería esto relevante? Y la única respuesta es que era relevante en una situación en que esos relojes hubieran sido un regalo de alguien que tenía un interés. Por lo menos había una pregunta válida periodísticamente de hacer. Tienes un reloj que parece que no puedes justificar con tus ingresos. ¿Cómo así lo tienes? Allí fue que dijimos: Vamos con el tema.
Una pregunta para entender a la presidenta. ¿Por qué exhibió los relojes? ¿Qué necesidad tenía de mostrarlos al público? Pudo haberlos guardado y al final de su mandato los pudo haber vendido o hacer lo que quisiera con ellos.
No soy el primero que lo dice, lo han dicho otros periodistas: hay en ella una suerte de vanidad por mostrar. Va en relación con, por ejemplo, las cirugías plásticas. Hay un interés muy fuerte de Boluarte por cómo se muestra hacia el público o hacia el exterior. Eso por un lado. Lo otro es que hay una suerte de idea en Boluarte de que ella ha conseguido las cosas sola y no tiene por qué soltarlas. Y eso le trae problemas. No suelta su largo en el club Apurímac, tampoco su cargo en Reniec, y creo que los relojes van por ese lado, porque incluso, según nos contaron, la primera persona que se dio cuenta de su existencia es Hania Pérez de Cuéllar, en una reunión en Palacio de Gobierno.
Por su procedencia, era la única que podía identificar un Rolex.
Claro, es la única que tenía el ojo entrenado para ver un Rolex. Entonces, Hania le dice: Presidenta no vaya a estar usando ese reloj porque la prensa se puede dar cuenta y la pueden fastidiar. Pero ella igual lo siguió usando.
¿Dirías que con tu investigación llegaste a entender un poco quién es y cómo es la presidenta?
Sí. Por ejemplo, Boluarte es muy cerrada, es muy confrontacional. No le gusta que le hagan preguntas, lo hemos visto con lo del CADE, no le gustaba este formato pregunta-respuesta, ella quería leer un discurso. Ahora entiendo que es una persona muy desconfiada, siempre cree que se van a vengar de ella, piensa que siempre hay un complot alrededor de ella, a tal punto de no comer la comida de Palacio de Gobierno.
En la época de Castillo.
Sí. Entonces, lo que ocurre con ella es que tiene estas ideas tan conspiranoicas, que siempre piensa que hay algo detrás suyo. Se entiende por eso que no quiera hablar con la población, que no quiera responder preguntas a la prensa. Y se entiende también por qué se junta con gente que tiene el mismo carácter, como (Juan José) Santiváñez, que también es así, pechador.
Tú cuentas que usaste la Ley de Transparencia para saber qué propiedades había declarado la presidenta. Y que luego te respondieron con una lista que tenía una serie de tachones con plumón negro. ¿Es eso legal?
Sí, yo hice tres pedidos de información. Uno para saber si había alguna compra de algún reloj con el presupuesto del despacho presidencial. Me dijeron que no había ningún registro. El segundo que hice fue si había alguna declaración del regalo. Porque tienes que declarar cuando recibes regalos mayores de dos UIT y devolverlos. Pregunté y tampoco había registro. Y el tercer pedido eran declaraciones juradas ante Contraloría. Me las dieron y estaba todo tachado. Lo único que estaba libre era su nombre y por ahí un par de datos más que eran públicos.
Con lo cual era un documento inútil.
Claro, no servía para nada. Mejor me hubieran dicho que no me iban a dar la información. Entonces, yo apelé al Tribunal de Transparencia, tratando de que se libere la sección donde debía estar los bienes muebles. Pero lamentablemente el tribunal medio que no me dio toda la razón. Logré que se liberaran algunos espacios, pero eran cosas que se podían encontrar en Sunarp.
¿Es verdad que conociste a Wilfredo Oscorima cuando eras escolar?
Sí.
¿Cómo así?
Pasa que algunos de sus hijos han estudiado en el colegio en que yo estudié. En ese colegio también han estudiado Keiko, Kenji, Julio Guzmán.
¿Qué colegio es?
El Recoleta. Entonces, de vez en cuando había reuniones de padres de familia. Y había esta escena que me quedó bastante grabada de él, ya un poco pasado de copas, diciéndome: “Oye, ve a comprar gaseosa”. Yo tenía 8 o 10 años y me había dado un billete de 200 soles.
De Santa Rosita.
Sí. De hecho, yo tuve una discusión interesante con mi editora porque yo pongo en el texto que ese billete de 200 me sorprendió mucho, porque nunca lo volví a ver después. Y mi editora, que no es peruana, me decía: “¿Seguro? ¿Por qué no verías de nuevo un billete de 200?”. Y de allí me enteré de que los billetes de 200 se imprimieron poco. Entonces, yo recordaba esa imagen como curiosa. Cuando me siento a escribir digo: Acá hay un patrón, le gusta ser dadivoso.
Es un regalador.
Bueno, en campaña electoral lo acusaron de haber hecho regalos para que voten por él, eran billetes de 100 soles. Y ahora igual con la presidenta. Tienes algo bien marcado en su personalidad, al parecer le gusta entablar relaciones a través de regalos.
La tesis fiscal es muy puntual: Oscorima regaló los relojes y algunas joyas porque quería a cambio transferencias de dinero para su región. ¿Tú estás de acuerdo con esa idea?
Eso está en el último capítulo del libro. Y parece bien claro. Hay un correlato bien claro entre la fecha de entrega de regalos y la fecha de aprobación de algunos de estos decretos para aprobar esos recursos millonarios. Me parece que es bastante plausible la hipótesis fiscal. En el último capítulo del libro hemos puesto cada una de las joyas con cada uno de los presupuestos aprobados. A eso se suma que, de manera pública, Oscorima, en declaraciones junto a Boluarte, decía que le faltaban tantos millones, y Boluarte respondía que le iban a dar esos millones.
La revelación más insólita del libro es que la presidenta recurre a brujería para protegerse de sus supuestos enemigos, ¿tú te has sentido tentado de recurrir a algo similar para cuidarte? Porque a estas alturas, lo más probable es que ya seas un enemigo de la presidenta.
Me lo han recomendado mucho (se ríe). Me han dicho que alguien me regale algo de metal, porque eso me puede proteger. Me han dicho que debería buscar un brujo para de alguna pueda contrarrestar eso, porque la creencia alrededor de estas cosas es que no solamente me hace daño a mí, sino a mi entorno. Y hay ciertas coincidencias. Por ejemplo, a Romina Badoino (productora en La Encerrona) alguien le dijo que debería pasarles palo santo a todos porque se notaba que nos habían ojeado. Y el día que me enteré lo del muñeco de la presidenta me dejaron la carta de una bruja que se especializaba en contrarrestar magia negra.