¿Qué tiene que ofrecer la delegación mexicana en esta nueva edición de la FIL Guadalajara? Hablo de las letras y la mayoría de sus expresiones (dejo la poesía a Ernesto Lumbreras), que en los últimos años han ensanchado sus horizontes, sus formas, sus preocupaciones y vías de concebir la realidad. Así, pues, ¿qué deben esperar los lectores consumados y en ciernes?De la geografía de la novela destacan cuatro figuras que representan la consolidación lo mismo que la emergencia. Emiliano Monge ha sabido reinventarse hasta configurar un mapa emocional donde el sentimiento de pérdida tiene un papel protagónico. Los vivos es una atmósfera: opresiva y con la apariencia de un limbo donde hombres y mujeres viven una espera que se prolonga hasta la náusea. Es también un desafío que interroga a la memoria en peligro de extinción. Antonio Ramos Revillas ha vuelto tras un largo trato con los libros para jóvenes. Playa Bagdad es la historia de una huida —o desaparición— que pone en entredicho los lazos fraternos y a esa sombra escurridiza que es la identidad. En un país de desaparecidos, la paradoja que plantea Ramos Revillas es fríamente perturbadora: ¿y si hay quienes lo hacen por elección? Al otro lado del espectro, el del terror preternatural, Bernardo Esquina presenta La región crepuscular. Lo que parece una investigación documental sobre Goyo Cárdenas, el primer feminicida serial del México moderno, termina convertido en un aullido espectral que atrae a una legión de fantasmas y seres a las órdenes del Mal. El pasado anda atrás de nosotros tiene un sentido envidiable de la peripecia y el drama y arroja una mirada burlona hacia lo que significa estar de vuelta en México después de una larga estancia en España. Con esta novela, Juan Pablo Villalobos siembra una duda tras otra sobre la imagen de la familia como bastión de la salud social. De la geografía del relato llega el autor del clásico infantil La peor señora del mundo, Francisco Hinojosa, uno de los grandes humoristas en lengua española, para darle vida otra vez a Informe negro, publicado originalmente en 1987. No es poca cosa. Se trata de un libro infaltable para el lector en busca de dosis temperadas de ironía. Llega también Mónica Lavín con El lado salvaje. Qué mano tan flexible y esmerada la suya para introducir una anomalía en la realidad, en apariencia inconmovible, que establece en 23 piezas perfectas, y qué deslumbrante galería de personajes la que proyecta con trazos certeros. Las rutinas y los espacios cotidianos se llenan de estupores. Los espacios cotidianos, que adquieren las dimensiones de un edén o un limbo aquí en la Tierra, son también el escenario de los doce relatos que componen Jardín de noche. Fabio Morábito se acerca a ciertas zonas de la condición femenina hechas de silencios, sospechas y sugerencias, aquello que solo se deja entrever.De la geografía de la memoria y de la crónica y la reflexión, vienen hacia nosotros tres libros que recorren caminos distintos. Herida fecunda, con el cual Sandra Lorenzano —argenmex desde la adolescencia— obtuvo el XV Premio Málaga de Ensayo, trata del sentimiento de saberse exiliada, del desarraigo y de la Matria como lugar de experiencias renovadas. No menos provocador es El planeta de los hongos. Naief Yehya emprende una larga travesía cuyo propósito es mostrar la relación que el ser humano ha establecido con los hongos para alcanzar estados alterados de la conciencia que se expresan en revelaciones místicas, temores religiosos y placeres corporales. Diego Enrique Osorno no deja de hacer del periodismo un género literario. En la montaña es una amplia visión del movimiento zapatista desde sus orígenes, en 1994, hasta nuestros días. Esa visión toma la forma de un viaje por mar que siete indios zapatistas emprenden siguiendo la ruta en sentido inverso que siguieron los conquistadores españoles. ¿Un libro de aventuras?Estas recomendaciones no son sino atisbos, tanteos en ese universo de encuentros inesperados que es la FIL Guadalajara. No intentan fijar el rumbo pues, como muchos sabemos, los libros nos eligen. Nosotros raramente lo hacemos con ellos. ÁSS
