Cuando se habla de consolas que definieron generaciones, el PlayStation ocupa un lugar especial en mi vida. Hace 30 años, Sony irrumpió en un mercado dominado por gigantes como Nintendo y Sega, y logró revolucionar la industria de los videojuegos. Sin embargo, mi relación con esta consola fue un romance tardío, casi por accidente.
De niño, fui un fiel fanboy de Nintendo. Mis primeros recuerdos de videojuegos están llenos de mundos en 2D con unos gráficos impresionantes (para su época). Y cuando llegó la primera PlayStation, con su 3D de polígonos primitivos (ojo, esto también lo sentí con otras consolas), no me llamó la atención. Para mí, el 2D clásico tenía una estética más atractiva y no me sentía atraído a algo que consideraba visualmente tosco.
Todo comenzó con un Atari 2600: Una pasión por los videojuegos que nunca se apagó
Todo cambió en 2010. Una tarde cualquiera, vi a un amigo jugar God of War III en su PS3. Aquello no era solo un videojuego, era un espectáculo audiovisual. Los gráficos, la música, la narrativa... Fue un flechazo instantáneo. Ese mismo año dejé mi Nintendo Wii y me compré mi primera consola PlayStation. Desde entonces, esta consola es una compañera fiel.
PlayStation me permitió explorar mundos maravillosos. No era solo un sistema de entretenimiento, era una puerta a historias que, hasta hoy, me hacen reír, ponerme triste y reflexionar. Juegos como The Last of Us me mostraron la crudeza y la belleza de la humanidad; Heavy Rain me sumergió en una narrativa interactiva que me mantuvo al borde del asiento hasta el final, y Grand Theft Auto me ofreció mundos abiertos donde la libertad y la creatividad, por mencionar algunos.
Siempre me pone triste que algunos vean los videojuegos como un simple pasatiempo o algo “banal”, asociado solo con disparos o para “jugar Fifa”. La verdad es que los videojuegos son una forma de arte, una narrativa tan válida como los libros o el cine, pero con el poder añadido de la interacción. Cada partida es una historia que uno mismo moldea, un recuerdo único que nadie más puede replicar.
Hoy, al mirar hacia atrás, me doy cuenta de que llevo casi 15 años jugando en PlayStation, prácticamente la mitad de su vida. Y espero seguir acompañándola durante muchos años más. Desde los polígonos toscos de Final Fantasy VII o Tom Raider hasta los paisajes maravillosos de Horizon Forbidden West o God of War: Ragnarök, PlayStation evolucionó junto con la industria.
Y aunque llegue el día en que las consolas físicas quizás queden atrás, estoy seguro de que su legado seguirá vivo en cada historia, en cada personaje y en cada aventura que nos hagan revivir el momento.
Gracias, PlayStation (o Sony), por tres décadas de juegos, recuerdos y momentos inolvidables. Aquí estoy, listo para seguir jugando.