En el corazón de Sudamérica, Lima se erige como la segunda ciudad más grande construida en un desierto, superando desafíos climáticos y convirtiéndose en un emblema de prosperidad. Con una rica historia y cultura, esta ciudad ha logrado adaptarse a su difícil entorno. A pesar de la falta de agua y la ausencia de ríos importantes, ha encontrado maneras sostenibles de manejar sus recursos, convirtiéndose en un ejemplo de adaptación y resiliencia.
Fundada en 1535, Lima no siempre fue el árido paisaje que muchos podrían imaginar. Antes de la llegada de los españoles, las culturas locales desarrollaron avanzados sistemas de irrigación que permitieron la agricultura en medio del desierto. Hoy, la ciudad no solo enfrenta el reto de mantenerse en este clima hostil, sino que también se ha transformado en un vibrante centro turístico y cultural.
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Lima ha logrado sobreponerse a la escasez de recursos naturales, transformándose en un oasis de innovación y tradición. La gestión del territorio, que se remonta a las civilizaciones precolombinas, ha permitido que la ciudad florezca en un entorno desafiante. La infraestructura urbana ha sido diseñada para maximizar el uso del agua, y las prácticas agrícolas han evolucionado para adaptarse a las condiciones climáticas extremas.
A pesar de su éxito, Lima enfrenta desafíos significativos. La escasez de agua y las limitaciones en la fertilidad del suelo han moldeado no solo su infraestructura, sino también su cultura y economía. La ciudad alberga la mayor comunidad china en Latinoamérica, lo que resalta su diversidad cultural y la importancia de eventos internacionales como los Juegos Panamericanos para su proyección global.
En el top 3 de las ciudades más grandes en un desierto se encuentra Las Vegas, que fue fundada en 1905. Reconocida a nivel mundial por su vibrante vida nocturna, centrada en casinos y espectáculos, ha ganado el título de "capital del entretenimiento mundial". Además de Lima y El Cairo, que son ejemplos destacados, otras ciudades como Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos, también han surgido en medio del desierto.
Cada una de estas metrópolis ha encontrado formas únicas de gestionar los recursos hídricos y fomentar el desarrollo urbano, convirtiéndose en importantes centros de turismo, comercio y cultura a nivel global.
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En Sudamérica, el desierto de Atacama se destaca como el más seco del mundo, recibiendo menos precipitación que los desiertos polares. Este desierto, ubicado entre los Andes y la Cordillera de la Costa de Chile, abarca una vasta extensión y presenta un paisaje árido que contrasta con la vitalidad de ciudades como Lima. La meseta desértica de América del Sur, que se extiende por 1.600 kilómetros, es un recordatorio de las adversidades que enfrentan las comunidades en esta región.