Comer frutas y verduras frescas todos los días es fundamental para una alimentación equilibrada. Sin embargo, ello requiere una correcta limpieza. Estos alimentos, aunque son nutritivos, pueden estar expuestos a contaminantes presentes en el suelo, el agua de riego, los animales o el transporte. Por ello, lavar adecuadamente frutas y verduras es esencial para prevenir riesgos asociados a microorganismos patógenos o residuos químicos.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ofrece pautas claras sobre cómo lavar estos alimentos para minimizar posibles contaminaciones. Según esta institución, es fundamental enjuagar frutas y verduras bajo el grifo manteniendo la piel intacta, incluso si se van a pelar. Este procedimiento evita que los contaminantes en la superficie se transfieran al interior del alimento durante el corte o pelado.
Además, para productos con cáscaras duras, como melones o pepinos, se aconseja el uso de un cepillo específico que facilite la eliminación de residuos adheridos. Una vez lavados, es importante secar los alimentos con papel de cocina o un paño limpio para reducir la humedad superficial, que podría favorecer el crecimiento de microorganismos. En cuanto al uso de productos químicos, como la lejía alimentaria, la AESAN destaca la necesidad de verificar que sean aptos para alimentos y seguir las instrucciones específicas de uso.
Primrose Freestone, profesora de Microbiología de la Universidad de Leicester, defiende que el agua corriente es suficiente para limpiar la mayoría de frutas y verduras. Según Freestone, frotar los productos frescos con las manos bajo agua fría elimina de manera efectiva suciedad, pesticidas y una parte de los gérmenes.
El tipo de piel de las frutas y verduras determina la mejor manera de lavarlas: