No es difícil imaginar cómo será un espectáculo titulado ' 1936 ' (en referencia, naturalmente, al año en que empezó nuestra guerra civil) dirigido por Andrés Lima . El director, autor del texto junto a Albert Boronat , Juan Cavestany y Juan Mayorga , asegura que el montaje, que dura cuatro horas y media y se estrena hoy en el Teatro Valle-Inclán , es un «intento de reflejar lo esencial, porque la guerra civil es inabarcable». Acompañan a Lima en este proyecto ocho actores que interpretan un total de veinticuatro personajes: Antonio Durán 'Morris' (Queipo de Llano, Obispo Antonio Montero, Nicolás Franco), Alba Flores (La Pasionaria, General Rojo, Mika Etchebéhère), Natalia Hernández (Yangüas Messía, Cardenal Gomá, Señora Guerra), María Morales (Manuel Azaña, Largo Caballero, Clara Campoamor), Paco Ochoa (Pau Casals, George Orwell, General Mola), Blanca Portillo (José Antonio Primo de Rivera, Von Richthofen, Rosario La Dinamitera), Guillermo Toledo (General Yagüe, Alfonso XIII, General Miaja), Juan Vinuesa (Francisco Franco, Norman Bethune, Ramiro de Maeztu). Les acompañan una veintena de voces del Coro de Jóvenes de Madrid. Y es que hay cierta intención didáctica en esta puesta en escena, producida por el Centro Dramático Nacional en colaboración con Check In Producciones y El Terrat. El espectáculo «está dirigido hacia la juventud», añade Lima, para quien este trágico episodio de nuestra historia ha estado muy mal contado. «La historia oficial en este país ha sido contada desde el prisma de los vencedores, de los sublevados -asegura-. Y esta falta de educación histórica nos alcanza hasta hoy. Pero la mirada teatral de este montaje no se basa en la dicotomía de los vencedores y los vencidos, de los amigos y enemigos. Nuestra mirada será analítica, crítica y documental». Ante una hipotética queja -«¡Otra obra sobre la guerra civil!»-, Juan Mayorga aduce varias razones para volver, en el teatro, a hablar de ella. No hay nunca exceso en hacerlo, dice, sino que hay que preguntarse por qué seguimos haciéndolo. «Es importante -argumenta- hacer teatro porque la guerra civil tiene densidad narrativa; están todos los personajes y todas las historias. Además, el teatro es el arte del conflicto , y nuestra guerra civil no solo es un gran conflicto, sino que contarla es todavía conflictivo y por eso tenemos que hablar de ello». El dramaturgo está convencido, finalmente, de que «hablar serenamente sobre la guerra es trabajar para la paz». Y lanza una última pregunta. «¿Qué fuerzas de las que provocaron la guerra civil pueden estar vivas en nuestros días?» Completa la idea el propio Andrés Lima: «Tenemos que descubrir cómo éramos para saber cómo somos». El germen de este espectáculo está en un doble trabajo anterior de Andrés Lima: ' Shock ' y ' Shock 2 ', también con pretensiones históricas. En aquella función se proyectaban unas imágenes de la ciudad de Mosul devastada, y Lima pensó en Guernica o en Barcelona... «Nuestro shock empezó ahí», añade. Y si éste es el origen, uno de sus motores es el «renacimiento de la ultraderecha en todo el mundo, también en España». «Antes la ultraderecha se imponía por golpes de estado, pero hoy son votados en las urnas. ¿Por qué?», se pregunta el director. «Vamos a intentar hacer teatro -explica Lima-. Vamos a intentar pintar un paisaje lo suficientemente elocuente que sirva para recordar e imaginar, para hacernos preguntas que nos lleven a comprender mejor, a descubrir dónde están las heridas». Y ello, apunta otro de los autores del texto, Juan Cavestan y, a través de una función que es al mismo tiempo «un documental, una epopeya, una conferencia, una clase magistral, teatro dentro del teatro...»