Netanyahu ha acordado el alto el fuego después de dos meses de combates y de haber hecho retroceder militarmente a Hizbulá por lo menos diez años. ¿Era el momento adecuado?
Sí, era el momento adecuado para plantear una tregua de dos meses que esperamos que se cumplan. Las dos partes involucradas en el conflicto, Israel e Hizbulá, estaban desgastadas. A Netanyahu le interesa desacoplar a Hizbulá y Hamás, y dedicarse de mantera separada a la organización yihadista de Gaza.
¿Qué otros factores han propiciado el acuerdo? Los reservistas llevan más de un año de lucha y Donald Trump toma posesión en dos meses...
Estamos en un momento de impasse ante la llegada de la nueva Administración de Trump, el mundo entero está en vilo. El 47º presidente de Estados Unidos llega con un escenario internacional muy revuelto, con múltiples tensiones que todavía tiene que ver cómo las va a afrontar. También ha jugado un papel el desgaste de la sociedad israelí por el conflicto y las protestas contra Netanyahu que se suman a la presión que tiene el primer ministro en la arena internacional con la orden de detención del Tribunal de La Haya. Aunque este último factor, Netanyahu está sorteándolo.
Netanyahu en su discurso dijo que hay que centrarse en Irán. Veremos una guerra directa total con Irán con Trump?
En Oriente Medio el principal factor de conflicto es Irán. Lo ha sido desde la revolución de los ayatolás en 1979 y queda por ver qué va a suceder con la Administración de Trump. Netanyahu ha sido coherente con su doctrina, ha respondido con proporcionalidad a los ataques de Irán. Por otra parte, en Irán, en el corto plazo podría pensarse que el país se ha quedado aislado con las operaciones contra sus milicias en Líbano y Gaza, pero en el largo plazo, el régimen islamista sigue adelante con su programa nuclear que supone una amenaza existencial para Israel. Irán en este tiempo se ha mostrado desafiante y ha presumido de sus logros en sus ataques directos contra el Estado hebreo.
La decisión no deja de tener riesgos internos para Netanyahu. Los partidos a su derecha se oponen porque creen que favorece a Hizbulá y la izquierda porque exigen un acuerdo similar con Gaza. ¿Qué puede pasar?
Cuesta encontrar un dirigente político en la historia reciente que se haya enfrentado a la presión que soporta el primer ministro israelí. Sin embargo, no existe en estos momentos un líder en Israel que pueda disputar el poder a Netanyahu en unas elecciones democráticas. Si bien es cierto que sufre la presión de sus aliados a la derecha y de parte de la sociedad civil que tiene tradicionalmente posiciones más centristas o de izquierdas, no es suficiente como para hacerle caer. A pesar de las críticas, sus socios le seguirán sosteniendo.
Hay quienes dicen que Netanyahu no firma la paz en Gaza porque necesita el conflicto para sobrevivir políticamente. ¿Está de acuerdo?
En mi opinión sostener que el primer ministro israelí continúa con la guerra en Gaza por un interés personal resulta reduccionista, reconociendo, incluso, que puede haber argumentos contra Netanyahu por las sospechas de corrupción. Personalmente considero que existe en Israel la necesidad real como Estado de desarticular la amenaza que representa Hamás y que como vimos el 7 de octubre tiene consecuencias gravísimas. A pesar de lo doloroso que es para la sociedad israelí y para el pueblo palestino el enfrentamiento, hay que reconocer que se ha asestado un golpe durísimo a Hamás, Hizbulá y, en consecuencia, a Irán.