El ministro de Defensa de China, Dong Jun, se encuentra bajo investigación en el marco de una extensa y despiadada campaña anticorrupción que ha resultado en la destitución de numerosos altos mandos de las diversas ramas del ejército en el último año. Esta información, corroborada por fuentes estadounidenses, sugiere que, de confirmarse, sería el tercer alto funcionario objeto de pesquisa por conductas irregulares en un periodo sorprendentemente breve.
Nombrado en diciembre de 2023 tras la abrupta destitución de su predecesor, Li Shangfu, el excomandante de la Marina fue visto como un actor capaz de infundir estabilidad en un estamento en crisis. Sin embargo, las purgas continuas suscitan serias inquietudes sobre la efectividad y cohesión operativa de las Fuerzas Armadas Chinas, que desempeñan un papel crucial en la afirmación de la soberanía de la República Popular en el estrecho de Taiwán y en el mar de la China Meridional. Este entorno exige un liderazgo decidido y una estrategia bien definida, y la inestabilidad en el ministerio podría comprometer la capacidad de respuesta de China ante provocaciones externas, elevando así el riesgo de escaladas en zonas de alta tensión. A su vez, la incertidumbre que rodea la actual investigación podría obstaculizar los esfuerzos por restablecer el diálogo con el Pentágono, un hecho que adquiere especial relevancia en un contexto crítico tras la llegada de la nueva administración de Trump.
A pesar de su carácter mayormente simbólico, el cargo de ministro de Defensa en China, es fundamental para representar la política militar y diplomática de Pekín en el ámbito internacional. La semana pasada, Dong rechazó un encuentro con el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, durante una reunión de jefes de defensa asiáticos en Laos. Esta negativa, motivada por las preocupaciones de Pekín sobre las ventas de armas a Taiwán, subraya las crecientes tensiones entre ambas naciones. Austin, quien había conversado con Dong en mayo en el foro del Diálogo de Shangri-La, calificó la decisión como "desafortunada". En respuesta, Pekín apuntó a Washington, afirmando que este es el "único responsable" de las fricciones.
La noticia de la inspección a Dong por presuntos sobornos llega poco después de que Xi se reuniera con el presidente estadounidense, Joe Biden, en el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico en Perú. Allí, ambos líderes celebraron la reanudación de las comunicaciones de alto nivel entre sus fuerzas armadas, reafirmando la importancia de mantener abiertos estos canales en un clima de creciente incertidumbre.
Hasta ahora, no hay confirmación oficial sobre la situación de Dong Jun. En una rueda de prensa, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning, descalificó las afirmaciones del Financial Times, tildándolas de "persecución de sombras". Esta declaración refleja una estrategia deliberada para reducir las especulaciones y mantener el control sobre la narrativa en un entorno marcado por la falta de transparencia.
El Politburó del Partido Comunista Chino (PCCh) tomó una decisión drástica al expulsar al exministro de Defensa, general Li Shangfu, y a su predecesor, general Wei Fenghe. Ambos altos mandos enfrentaron serias acusaciones de violaciones a la disciplina política, deslealtad y corrupción, lo que resalta la creciente severidad en la gestión de su aparato militar.
Esta doble destitución representó otro hito en un año plagado de rumores sobre purgas dentro del Ejército Popular de Liberación (EPL). El proceso comenzó en marzo de 2023, cuando Wei fue relevado de su cargo y reemplazado por Li, quien a su vez fue destituido abruptamente en octubre tras un breve mandato de solo siete meses. Este patrón de rotación acelerada entre altos funcionarios evidencia una preocupante inestabilidad en la cúpula militar.
Desde su llegada al poder en 2013, Xi Jinping ha liderado una persistente y contundente ofensiva contra la mala conducta dentro del PCCh. A diferencia de sus predecesores, quienes enfocaron sus esfuerzos en erradicar la deshonestidad en los niveles inferiores y medios de la burocracia, Xi lanzó una ambiciosa iniciativa dirigida a altos funcionarios, categorizados por los medios como “tigres”. Hasta la fecha, estos “cazadores” de Xi han logrado atrapar a más de 400 de estos individuos caídos en desgracia.
La rigurosa represión continúa, y la incesante reestructuración en el EPL se ha correlacionado con un aumento notable en el número anual de tigres capturados. El hecho de que Xi persista en confrontar prácticas indebidas tras más de una década en el mando podría sugerir que, contrariamente a la creencia común de que es un líder indiscutible, no ha conseguido consolidar su control absoluto. Las acciones inapropiadas a nivel individual implican la usurpación de la autoridad pública en beneficio personal. Sin embargo, la continuidad de la corruptela a gran escala, a pesar de la supuesta intensidad de la campaña, indica que muchos aliados del líder chino, incluidos aquellos camaradas a quienes ascendió, continúan desoyendo las normas y la disciplina establecidas.