La Eurocámara ha dado luz verde al colegio de comisarios presidido por Ursula von der Leyen por una mayoría de 370 votos a favor, 282 en contra y 36 abstenciones. Una mayoría más reducida que la que obtuvo la propia política alemana en el me de julio cuando obtuvo 401 votos a favor y 284 en contra.
Esta nueva Comisión Europea comenzará su andadura el próximo 1 de diciembre. La presidenta de la Comisión Europea se enfrenta a una legislatura difícil, quizás incluso mucho más complicada que la primera, cuando tuvo que lidiar con las negociaciones del Brexit, la pandemia y la guerra en Ucrania.
En este segundo mandato deberá lidiar una hemiciclo europeo más fragmentado que nunca, de geometría variable, en el que ya no podrá confiar en que una mayoría de populares, socialistas, liberales y verdes salgan en su ayuda sino que las negociaciones dependerán de cada dosier. El nuevo centro de gravedad será el Partido Popular Europeo, Manfred Weber, que podrá pactar a diestra y siniestra.
Aunque el grueso de populares, socialistas y liberales han votado a su favor, ha habido importantes deserciones como las de los populares españoles y los socialistas franceses y belgas. Los verdes se han partido en canal, aunque von der Leyen haya conseguido en el último momento el apoyo de la mitad del partido después de haber fichado en el tiempo de descuento al ex líder de los Verdes en la Eurocámara, Philip Lamberts.
Podemos decir que la Gran Coalición, la entente entre los populares, socialistas y liberales que ha gobernado el club comunitario durante décadas no está muerta, pero sí herida y que la desconfianza se ha instalado entre ellos. Habrá disputas y reconciliaciones e incluso nuevas alianzas ya que parte del grupo de Conservadores y Reformistas, la fuerza en la que se encuadran los Hermanos de Italia de Giorgia Meloni, ha conseguido convertirse en un socio clave que dejará su impronta en temas como la inmigración o el cambio climático. Aunque esta fuerza política era demonizada hasta hace relativamente poco tiempo en la capital comunitaria al ser considerada de extrema derecha, ha sabido conquistar el Partido Popular Europeo debido a su oposición a Vladimir Putin y el pragmatismo de la primera ministra italiana.
Consciente de los retos que se avecinan, en su discurso de presentación de su equipo, von de Leyen ha prometido trabajar desde el centro y superar “la fragmentación”. Según la presidenta del Ejecutivo comunitario, el objetivo reside en “permanecer unidos y fieles a nuestros valores, encontrar formas de trabajar unos con otros y superar la fragmentación”.
Uno de los principales ejes de su mandato será impulsar la anquilosada economía europea. Para ello, presentará su estrategia denominada “Brújula de la Competitividad” basada en las recomendaciones del informa del ex presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. Esta estrategia se basará en tres ejes: reducir al brecha de la innovación respecto a Estados Unidos y China, continuar con la descarbonización de la economía europea – tarea encomendada a la española Teresa Ribera- y una reducción de las dependencias económicas frente a países terceros.
Además, por primera vez el Ejecutivo comunitario tendrá un comisario de Defensa que se encargará de dinamizar la industria armamentística europea.
