Todo indica que el Partido Nacional se empieza a lamer las heridas luego de que el Frente Amplio les derrotara con una abismal diferencia de más de 100.000 sufragios, con fuga de votantes desde los partidos aliados en la coalición republicana. El proceso de autocrítica que se avecina en el PN parece comenzar a tomar forma, aunque aún no se reconozca públicamente como tal y se usen otras palabras para ello.
Este impulso inicial se materializó en diversas asambleas celebradas en Montevideo el lunes, un día después del balotaje que le devolvió al Frente Amplio el gobierno nacional, con Yamandú Orsi como presidente electo y Carolina Cosse como vicepresidenta. ¿Están dispuestos a la autocrítica o culparán a otros? ¿Qué sucederá con el PN y la coalición de derechas desde ahora?
En una de las reuniones, específicamente la de la lista 40 —perteneciente al sector Alianza País, que cuenta con cuatro senadores y nueve diputados—, los líderes del grupo expusieron su visión sobre el tipo de oposición que deben ejercer tanto el Partido Nacional como la coalición de gobierno a partir del 1 de marzo, cuando Yamandú Orsi del Frente Amplio asuma la presidencia. Esta postura se distingue de la que había presentado Álvaro Delgado en su discurso del domingo, que le ofrecó a Orsi la gobernabilidad y la cooperación para que el gobierno pueda entregar lo mejor de sí, en pos de un mejor Uruguay para toda la ciudadanía por igual.
El senador electo Sebastián Da Silva inició su intervención afirmando que el actual gobierno de Luis Lacalle Pou entregará al Frente Amplio “una Ferrari con las cubiertas nuevas”, expresando así su preocupación sobre la capacidad que tendrá la izquierda para manejar la situación. Hizo un llamado a cuidar las libertades conquistadas, advirtiendo que estarán listos para defenderlas si se ven amenazadas, una defensa que harán con “espuela de oro y plata”. “Si nos quitan la libertad —siguió—, tendremos que tener las botas prontas y arrancar”.
Una vez más, Da Silva ve en los sindicatos un enemigo: aunque subrayó la obligación de respetar la voluntad de la mayoría del pueblo, que optó por la izquierda, agregó que “tampoco vamos a permitir que los sindicatos entren por la ventana a tratar de gobernar nuestras cosas”.
En cuanto a la derrota, Da Silva enfatizó que el sufrimiento por haber perdido —“nos derrotaron en buena ley”, aseveró— implica la necesidad urgente de entender los factores que llevaron a la Coalición Republicana a una pérdida por más de 100 mil votos, un hecho que consideró inesperado. Señaló que es fundamental investigar por qué el Frente Amplio vio un crecimiento significativo en ciertas áreas, cuestionando la falta de comprensión sobre el fenómeno.
Por su parte, el exministro de Defensa Javier García reconoció el “dolor” por la derrota electoral y la necesidad de analizar los errores cometidos, aunque estableció que ese análisis se llevará a cabo en un momento posterior. Resaltó que es crucial aceptar las equivocaciones para poder corregir el rumbo.
García también destacó que, según su interpretación, los ciudadanos han dejado un mensaje claro: hay un millón de uruguayos que respaldaron a la coalición republicana, lo que les otorga un rol fundamental en la vida democrática: el de ejercer oposición.
Por último, García matizó el mensaje de Delgado, diferenciando entre ofrecer apoyo y confundir roles: “Nosotros somos oposición, no somos gobierno”. Este enfoque reafirma la postura del Partido Nacional ante la nueva realidad política.