Según un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación «la Caixa», en colaboración con el Instituto de Investigación Germans Trias i Pujol (IGTP), la exposición a contaminantes atmosféricos (PM2,5 y PM10) se asocia con una mayor duración de síntomas de la covid persistente, en parte debido a su impacto en la gravedad de la infección aguda.
«Anteriormente mostramos que la exposición a la contaminación atmosférica está relacionada con un mayor riesgo de enfermar gravemente por la covid y con una menor respuesta a la vacuna, pero hay muy pocos estudios sobre el efecto del medio ambiente en la covid persistente», detalla Manolis Kogevinas, investigador de ISGlobal.
Por eso, en este estudio han indagado en si la contaminación atmosférica y otras exposiciones ambientales, como el ruido, la luz artificial nocturna y los espacios verdes, estaban asociadas con el riesgo o la duración de la covid persistente. Esta enfermedad es heterogénea en la que síntomas como la fatiga, la dificultad en respirar y los problemas cognitivos persisten durante meses tras una infección y no pueden explicarse por otros diagnósticos. La carga real de la covid persistente es aún incierta, pero se calcula que afecta a millones de personas en todo el mundo.
El análisis mostró que una de cada cuatro personas que contrajeron la covid experimentaron síntomas persistentes durante tres meses o más, y un 5% experimentó síntomas que duraron durante dos años o más. Las mujeres, las personas con niveles educativos más bajos, aquellas con condiciones crónicas previas y quienes tuvieron una covid grave presentaron mayor riesgo de desarrollar la covid persistente. La vacunación, por otro lado, tuvo un impacto positivo: solo el 15% de los participantes vacunados desarrollaron covid persistente, en comparación con el 46% de los no vacunados.
De igual modo, los investigadores apuntan a que la exposición a partículas en el aire (PM2,5 y PM10) se asocia con un ligero aumento del riesgo de la covid persistente de larga duración (es decir, personas que informaron tener el virus persistente en 2021 y cuyos síntomas seguían presentes la última semana antes de la entrevista de 2023).
Así el riesgo a padecerlo aumentó de forma lineal con mayores niveles de exposición a las partículas en suspensión. En contraste, factores como la proximidad a espacios verdes o el ruido del tráfico apenas influyeron en la duración esta patología.
El equipo investigador señala que, si bien es posible que la contaminación atmosférica no sea una causa directa de covid persistente, sí podría aumentar la gravedad de la infección inicial, lo que, a su vez, eleva el riesgo de una covid prolongada.
«Esta hipótesis se ve respaldada por la asociación entre las partículas en suspensión y los casos más graves y duraderos de covid persistente, pero no con todos los casos», sentencia Apolline Saucy, primera autora del estudio.