Rossella Matamoros regresa al Museo Calderón Guardia con una nueva exposición llamada Ausencia/Creatividad. Al igual que en ocasiones anteriores, su interés se centra en problemáticas actuales y juventud. Quienes asisten a la muestra se enfrentarán al trabajo colectivo realizado por un grupo de adolescentes y por la artista en cuestión. Este formato compartido responde a una nueva orientación de las acciones artísticas que inicia mucho tiempo antes de la exposición.
Matamoros procede desde una investigación que roza lo sociológico, la psicología social, lo político y nociones del humanismo tradicional entre otros, para diseñar talleres en los cuales aborda las problemáticas detectadas y guía a las y los participantes para que realicen pinturas y modelados vinculados con sus percepciones y emociones sobre la experiencia sufrida. Una vez terminada la serie de reuniones-taller, los materiales están listos para su selección y presentación. Así, en la sala de exposiciones enfrentamos un conjunto de objetos plásticos de múltiples autores, acompañados de piezas elaboradas por la artista. El proceso está cargado de una fuerte emotividad y persigue objetivos de resiliencia que ayudarán a los y las afectadas a resolver su situación a partir de la objetivación consciente del problema.
Esta forma de trabajo coloca al artista en diferentes áreas de acción; como “maestro”, como guía de taller, como gestor y coordinador de conciencia y actitud ante males que adquieren dimensiones cada vez mayores y que dañan considerablemente a las poblaciones jóvenes del país. Esta manera de hacer arte es en muchos sentidos una forma de activismo que coloca arte y artistas en terrenos que exigen un trato inteligente y una ética particular por su complejidad y consecuencias, además del posible caudal de libertad que podría generar en las víctimas disparando procesos de resiliencia vinculados con la gradual toma de conciencia de los problemas y sus condicionantes.
En un planteamiento de este talante se rompen las fronteras tradicionales sobre la noción de autoría y todos comparten la responsabilidad de este rubro, de la misma manera que lo hace una orquesta en un concierto, es decir en una exposición de este tipo escuchamos una polifonía que compone al unísono un discurso compartido: unos complementan a los otros y entre todos se consigue unidad indisoluble.
En esta exposición, Matamoros desempeñó un papel activo y eficaz en el diseño de pequeños espacios dentro de los cuales necesitaba urdir la trama de las voces incorporadas para conseguir un orden que facilitara al público en su acceso a los procesos y contenidos múltiples de los objetos presentados. Tridimensión y pintura dominan el sector de los adolescentes y un video basado en obras de carácter abstracto, además de una monumental pintura de la artista, completan la sala.
La pintura que sella el fondo del espacio transmite una poderosa energía dramática que estalla con la fuerza que conocemos en esta pintora. Un video que se esconde entre los pliegues del espacio muestra también acercamientos a piezas de la artista filmados en compañía de una música y una edición que revelan una vez más la armonía y el poder del trabajo compartido.
A lo largo de las semanas de exposición, Matamoros ha realizado acciones performativas que iniciaron el día mismo de la inauguración. Estas actividades escénicas coronan el sentir y el accionar de la artista. Es conocido el intenso tono dramático que estas interpretaciones adquieren en sus manos adiestradas desde años atrás en los predios de lo teatral.
Para incentivar su relación con el público, Matamoros procura realizar frecuentes visitas guiadas que le permiten ocasiones extra con los espectadores, para que estos, también, adquieran conciencia clara de las problemáticas en cuestión y de las fuerzas creativas que confluyen en un evento de esta naturaleza. Así contribuye a la formación de las dimensiones cívica, ética y artística del público.
No es esta la primera vez que Rossella Matamoros ofrece un trabajo con estas características. En este mismo museo se han celebrado exposiciones de esta artista con idénticas características. Esta particular forma de proceder se convierte en un sello que define la obra reciente de Matamoros, el cual modula su noción de lo artístico y de los asuntos y discursos de los cuales este debe ser portador.