Franco Colapinto, el joven piloto argentino que emergió como una de las promesas más destacadas en el automovilismo internacional es conocido no solo por su habilidad al volante, sino también por su dedicación y disciplina fuera de las pistas.
Como cualquier deportista de élite, especialmente en categorías de alta competencia como la Fórmula 1, Colapinto debe someterse a rigurosos exámenes físicos y de peso para mantener su rendimiento en el más alto nivel.
Estos exámenes, que se realizan de manera constante, obligan a los pilotos a seguir dietas estrictas que les permitan mantener su peso y optimizar su estado físico.
Una alimentación balanceada, que combina carbohidratos y proteínas, es fundamental para garantizar que el cuerpo esté en las mejores condiciones para afrontar las exigencias de la competencia.
Recientemente durante una entrevista realizada por la marca Quilmes, le preguntaron a Colapinto sobre su dieta y, al abrir su heladera, sorprendió a los presentes.
En lugar de una variedad de alimentos saludables y preparados para seguir al pie de la letra su régimen nutricional, la heladera del piloto estaba casi vacía.
Solo se podían ver un par de manzanas y botellas de agua, lo que generó algunas risas entre los presentes.
Ante la pregunta de qué iba a cenar esa noche, Colapinto no dudó en responder: "Me pido algo", dejando claro que, a pesar de la estricta disciplina que exige su carrera, no siempre sigue al pie de la letra su dieta diaria.
Al ser cuestionado sobre los detalles de su alimentación habitual, el piloto argentino explicó, entre risas, que tiene una dieta que generalmente sigue, pero que no siempre cumple de manera estricta. "La dieta de Franco tiene mucho pollo y arroz", comentó en tercera persona.
Este balance entre la disciplina y las excepciones muestra una faceta más humana de Colapinto, quien, si bien es un deportista comprometido con su carrera, también se permite disfrutar de los placeres sencillos de la vida fuera del automóvil.