Con sus pasos seguros y gigantescos de siempre, Fidel regresó anoche a la histórica Escalinata de la Universidad de La Habana, el sitio donde se forjó como revolucionario. Y allí fue arropado como tantas otras veces por su tropa de vanguardia: los estudiantes y los jóvenes, quienes le confirmaron que nunca se irá de ellos, ni de la Universidad, ni del pueblo.
Fue un encuentro muy hermoso, comprometido e inspirador a los pies del Alma Máter, una velada político-cultural a ocho años de su desaparición física, un homenaje a un hombre que es ejemplo de firmeza y sacrificio permanente, y que acompañó el Primer Secretario del Comité Central del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
También asistieron los miembros del Buró Político Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y el Consejo de Estado; y Roberto Morales Ojeda, secretario de Organización del Comité Central del Partido; y de manera especial el Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, vice primer ministro, y el Comandante del Ejército Rebelde José Ramón Machado Ventura, entre otros invitados.
Todos fueron hasta allí, porque saben muy bien, como dijo Meyvis Estévez Echevarría, primera secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas, que «cuando desafiar la injusticia y el oprobio eran las palabras de orden de una generación, Fidel vino a esta Escalinata; cuando parecía que la memoria del Apóstol se extinguiría para siempre, Fidel desde este mismo lugar prendió la antorcha que iluminó un camino distinto y digno; cuando la victoria fue cierta y el odio de los enemigos acudía tratando de apagar una obra de la Revolución, él regresaba a este sitio, se fundía con los jóvenes y con ellos desafiaba los retos».
La dirigente juvenil aseguró que, como el Comandante en Jefe de la Revolución, la generación que cuida su hermosa obra ha encontrado su Moncada y también escribe su historia. «Esa que está en cada liniero que recupera el desastre del huracán, en cada médico que salva vidas, en cada maestro que cultiva valores…, en los obreros, en los científicos, en los estudiantes y en los combatientes hay batallas cotidianas que enfrentamos con patriotismo».
El Coro Nacional de Cuba y el de la Universidad de La Habana, la Orquesta Juvenil del Conservatorio Amadeo Roldán, Annie Garcés, María Victoria y Frank Pedroso, el Ballet Revolution y la compañía folklórica Camagua, así como los actores Mirtha Lilia Pedro, Daniela Ariosa y Denis Ramos, entre otros artistas, desbordaron —con la belleza de su música, el ballet, la declamación y la danza— la emoción más allá de los límites que duró la velada.
Y el cierre no solo fueron las cien voces que interpretaron ese canto de alegría y amor conocido como Chamamé a Cuba, sino también las voces fidelistas todas que volvieron a exclamar: ¡Yo soy Fidel!, en el mismo escenario donde nació esa consigna aquel 25 de noviembre de 2016 y que es una meta permanente en el niño, el estudiante, el obrero, la maestra, el campesino, la doctora, el deportista… en la Isla entera.
¡Viva por siempre Fidel! ¡Viva la Revolución!, exclamó emocionado el Presidente cubano al despedirse de una velada, en la cual simultáneamente varios audiovisuales mostraron al Comandante en Jefe en su especial relación con el pueblo y, también, imágenes del General de Ejército Raúl Castro Ruz, recordándonos la grandeza de Fidel, que es un país, un universo, un guerillero del tiempo y de la luz siempre joven.