Viendo
esta mañana cómo llueve y oyendo silbar el viento tras los cristales, cuesta
creer que ayer tuviéramos un día tan formidable.
Estoy
seguro de que más de un compañero revisó las previsiones meteorológicas, pero
casi teníamos la certeza de que no solo nos libraríamos de mojarnos, sino que,
además, no sería aconsejable abrigarse demasiado.
A las
afueras de Montejo de la Sierra, en la Sierra del Rincón al norte de
Madrid, nos encontramos en un aparcamiento que casi llenamos al completo, como
si hubiéramos hecho una reserva previa. Allí
estuvimos: Ángel, Enrique, Ernesto, Eva, Juan, Luis
Ángel, Patrick, Rafa, Raúl y Alfonso.
Qué
alegría tener de nuevo con nosotros a Eva y a Patrick. Su
presencia siempre añade un toque especial a nuestros encuentros.
Un
día gris, con una temperatura apenas fresca, que agradeceremos cuando
comencemos a realizar los primeros esfuerzos. Por
ahora, nos alejamos de Montejo para rodar por laderas verdes cubiertas de
hierba, que poco a poco van tomando desnivel. El entorno
ya resulta muy agradable a la vista, con un paisaje que invita a seguir
adelante.
El
primer objetivo del día es acercarnos hasta la solitaria ermita de la Virgen
de Nazaret, construida en el siglo XVI y que parece transportarnos a otra
época. Lugar
perfecto para una breve pausa y para capturar las primeras fotos grupales.
A los
veteranos nos viene a la mente el duro repecho que en otras ocasiones hemos
tenido que superar para ganar altura, pero en esta ocasión, propongo una alternativa
que obliga a tomar tramo por la M-130. Aunque
no presenta grandes desniveles, la monotonía y parsimonia del avance acaban no
siendo del agrado de todos.
El
camino de La Hiruela nos conduce a todos hasta el punto más alto de nuestra
ruta, el Collado Salinero (1515m). Aunque
la niebla aún no ha querido retirarse, las vistas espectaculares desde este
punto nos recompensan con creces del esfuerzo realizado.
A
nuestra derecha discurre la pista forestal que desciende a lo profundo del
valle, pero nuestra intención es repetir el complicado trazado de otras
ocasiones por un senderillo que se pierde una y otra vez entre la alta maleza.
Enrique
marcha en cabeza con la mejor de las voluntades, avisándonos por walkie de los
tramos complicados, hasta que deja de oírse su voz. ¿El
motivo? Que
le ha tocado desmontar de la bici y empujarla por un perdido sendero entre una
selva de zarzas, piornos, raíces y arbustos de muy malas intenciones.
Hay algún
tramo que se deja recorrer montado por los más atrevidos, pero es breve y
complicado, y más adelante, nos enfrentamos a un obligado empuja-bike
remontando una dura ladera.
Nos
reunimos en el Cerro del Moro (1536m) Es el
momento perfecto para recuperar fuerzas, tomar alguna barrita, un sorbo de agua
y… ¿reírnos mucho? Qué gratificante es ver a los
amigos bromear y reírse a pesar del esfuerzo realizado.
Por
delante, más de lo mismo, pero ahora es en descenso, con piornos que casi nos
superan en altura. Descendiendo a pie junto a Ernesto,
me dice con su habitual sonrisa: “Se te
ve contento”. Claro, le respondo, “I’m
feeling good”
Por
delante, un descenso difícil de describir, por pista forestal, si se le puede
llamar pista, con un pronunciado desnivel y terreno muy roto en el que se ponen
a prueba y al rojo vivo los frenos. No,
no hay fotos. “Aquí no hay quien pare”.
Al
llegar abajo, junto al arroyo de la Fuentecilla, felicitaciones y cruces
de miradas para comprobar que estamos enteros.
De
nuevo agrupados, nos desviamos por la derecha. Próximo
objetivo: Collado Hondo (1363m) Recorrido
duro, con toboganes engañosos que castigan, pero que se convierte en un deleite
para la vista. Avanzamos sobre una enorme
alfombra de hojas caídas que, lastimeras, se quejan a nuestro paso.
Estamos
siguiendo la Senda de las Carboneras, del Collado Hondo al Collado
del Espino, dejando que nuestras piernas y las bicicletas se suelten y recuperen
del esfuerzo realizado Disfrutamos de cada metro que
avanzamos, rodeados de hayas, robles albares, rebollos y un agradable aroma que
no logro identificar.
Por
la Senda de los Oficios de la Vida nos acercamos hasta La Hiruela, que
saludamos y seguimos adelante, por una senda que nos obliga a estar más atentos,
por algunos pasos complicados, que solventamos sin problemas. Y después,
otro goce para la vista y disfrute de sensaciones para ciclistas, por una
canaleja revirada, cubierta totalmente de hojas secas que te hacen temer alguna
trampa oculta y desear que nunca acabe.
Hemos
descendido hasta puente sobre el mismísimo río Jarama y nuestra ruta nos
lleva hacia El Cardoso de la Sierra, a través de dehesas donde pacen
plácidos rebaños de vacas y jóvenes becerros, y atravesando puertas de fincas
que hoy hemos aprendido que aquí llaman zarzos.
Un
año más, nos encontramos a las puertas del Hayedo de Montejo, Patrimonio
Natural de la Humanidad, cuyo origen data del año 1460, y que Carlos I de
España y V de Alemania defendió como perteneciente a Montejo.
Por
carretera, sí, es lo que toca, hasta el Puerto de El Cardoso (1348m) y
poco más adelante, junto a la Fuente del Collado, nos desviamos hacia el
Camino de las Cuestas. Avanzamos muy rápidos, ahora
sí estamos acabando, por tramos que encontramos encharcados y embarrados. ¡Vaya,
a última hora!
Y para culminar la formidable mañana, los diez nos hemos quedado a comer juntos. ¿He mencionado que no hemos parado de bromear y reír? Pues eso.