La zona montañosa donde un piloto divisó este lunes la avioneta Cessna 206, matrícula TI-GER, está cerca del lugar donde ocurrió la mayor tragedia aérea de Costa Rica: el siniestro del Aviocar de Sansa contra el cerro Cedral, en Escazú, el 15 de enero de 1990.
La aeronave TI-SAB, que transportaba 23 pasajeros, se desplomó aproximadamente a las 8:23 a. m. Era pilotada por Carlos Echeverría Rodríguez, de 40 años, quien viajaba del aeropuerto Juan Santamaría hacia Palmar Sur y Coto 47. A bordo iban nueve costarricenses, siete canadienses, tres panameños, un estadounidense, un sueco y dos extranjeros más, cuyas nacionalidades no se precisaron. Todos fallecieron.
El mal tiempo fue una de las principales causas de aquel siniestro, y algo similar ocurre con el accidente de este lunes. Los últimos efectos del frente frío que afecta al país desde el viernes han generado lluvias y nubosidad en gran parte del territorio, debido al arrastre de humedad desde el Caribe, lo que genera riesgos para la navegación aérea y marítima. Cinco de los seis ocupantes murieron y a las 8:40 p. m. se confirmó que una pasajera, Paola Amador, estaba viva y prensada en el fuselaje.
‘Yo vi el avión completo’, afirma piloto que divisó aeronave accidentada en cerros de Escazú
El accidente aéreo más reciente había ocurrido el 16 de julio de 2024, cuando el piloto y el copiloto de una avioneta fallecieron después de que la aeronave se precipitara y explotara cerca de la pista de Carate, en Puerto Jiménez, en el Pacífico sur.
Se trataba de un avión bimotor Piper Seneca III, matrícula TI-API, propiedad de la empresa CarmonAir, con capacidad para cinco pasajeros y dos tripulantes. Las víctimas fueron el capitán Carlos Noguera, de 53 años, y el copiloto Ismael Alvarado Garita, de 23, quien estaba recién graduado.
Aunque las causas aún están bajo investigación, una de las principales hipótesis apunta al roce de un ala con un árbol. La aeronave había despegado y quedó al otro lado de la cerca del campo de aterrizaje. En el lugar se observó una rama quebrada en el límite del terreno y un fragmento de la punta del ala a escasos 50 metros.
Noguera y Alvarado habían partido del aeropuerto internacional Tobías Bolaños, en Pavas, a las 9:21 a. m. con destino al aeropuerto Juan Santamaría, en Alajuela. Treinta minutos después, se dirigieron hacia Carate para dejar a dos pasajeros. En el viaje de retorno, alrededor de las 11:31 a. m., ocurrió el accidente.
Entre los accidentes aéreos más recientes destaca el ocurrido el 21 de octubre de 2022, cuando el avión turbohélice Piaggio Avanti P180, en el que viajaba el magnate alemán Rainer Schaller, se precipitó al mar antes de aterrizar en Puerto Limón. En el accidente fallecieron seis personas, incluidos dos niños, que habían partido de Chiapas, México, horas antes. Solo se hallaron dos cuerpos y algunas partes del avión.
El 31 de diciembre de 2017, un aeroplano de la empresa Nature Air cayó en Corozalito de Bejuco, cantón de Nandayure, Guanacaste, dejando 12 personas fallecidas. Entre las víctimas estaban el piloto José Manuel Retana, de 52 años, la copilota Emma Ramos, de 26, dos familias judías que habían contratado el vuelo, y la guía turística Amanda Geissler, de 33 años, originaria de Wisconsin. La familia de Geissler relató a un diario estadounidense que ella estaba muy emocionada por liderar ese viaje, que incluía visitas a un volcán y una catarata.
En setiembre de 2017, una avioneta de Aerotransporte Arro S. A. se desplomó en el río Torres, tres minutos después de despegar de Pavas, San José, con destino a Guanacaste. Según las investigaciones, el sobrepeso fue una de las principales causas del accidente. En este incidente murieron María Elena Umaña Chacón, de 54 años, y el estadounidense Randall Lindner, de 70 años. El piloto, Cristian Méndez Acuña, sobrevivió junto con otros tres ocupantes.
Otro accidente trágico ocurrió el 26 de agosto de 2000, cuando una avioneta de la empresa Sansa, que se dirigía a Tamarindo, Guanacaste, chocó contra el volcán Arenal. En el siniestro murieron los 10 ocupantes, incluidos los pilotos costarricenses Karl Acevedo Nevermann y William Badilla Salazar.