Recomendamos que hagas hueco en tu agenda para una escapada involvidable por estas localidades turolenses
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Teruel puede presumir de pueblos bonitos. Esta provincia de Aragón está cargada de historia, con pueblos que proporcionan un auténtico viaje en el tiempo al pasear por sus calles. Hace ya dos décadas que escuchamos por primera vez eso de 'Teruel existe' con una campaña de turismo que aún está presente.
El grueso de los pueblos que aquí proponemos se pueden visitar en un solo día, por lo que si vas a la provincia turolense, no dudes en parar por varios municipios. Ya sea para una escapada de fin de semana o si tienes pensado disfrutar de Teruel a fondo, existe un gran abanico de pueblos que puedes disfrutar a lo largo de todo el año.
Si ya has investigado los pueblos de Teruel habrás visto que entre los favoritos está Albarracín. No es para menos, ya que este municipio de apenas mil habitantes es una auténtica ventana al pasado. Y es que Albarracín puede presumir de la conservación de su patrimonio cultural. El municipio está rodeado por murallas que datan del siglo XIV, toda una franja anaranjada que se ve en el horizonte.
Una vez hayas visitado las murallas, puedes comenzar tu ruta turística dentro de Albarracín por la plaza Mayor, el corazón del pueblo. En ella se encuentra su consistorio, con viviendas que se modificaron en el siglo XIX para que sus moradores pudieran disfrutar de los espectáculos culturales del municipio. Abajo se encuentra el conocido como Portal de Molina, un arco que enmarca una curiosa vivienda cimentada en una bifurcación.
No abandones Albarracín sin visitar su catedral, caracterizada por el colorido tejado que adorna su campanario. Verdes, azules y amarillos se grabarán en tu retina al admirar el exterior de este edificio religioso. El interior también destaca por su perfección técnica, que se puede apreciar gracias a la desnudez de las paredes del edificio. Se trata, por su sencillez, de un ejemplo de arquitectura barroca muy inusual, alejado del horror vacui que caracteriza a la época.
No podía faltar en esta lista uno de los pueblos más bonitos del mundo, según la Organización Mundial del Turismo (OMT). Se trata de Cantavieja, con una población de unos 700 habitantes. Este pueblo es ideal para visitar con la llegada de las temperaturas frías, ya que el clima acompaña a la perfección a su bonito paisaje.
Es un pueblo ideal para el senderismo, con rutas muy amables por su baja dificultad. La mayoría recorren el pueblo de Cantavieja y sus contornos:
Dentro del pueblo vale la pena visitar la Iglesia de Asunción. Se trata de un edificio religioso con una historia peculiar. A principios del siglo XVII se destruyó la antigua iglesia medieval que se encontraba en esta zona para construir otra. De ella se conservan la torre y la portada lateral, integradas en el actual edificio y reconvertidas en el acceso principal. El templo barroco se construyó entre 1730 y 1745, según un proyecto de Antonio Nadal. Todo quedó destruido durante la Guerra Civil, y de nuevo la Iglesia de la Asunción se tuvo que volver a levantar, aunque con un plano que dista mucho del diseño barroco original. Como puedes observar, visitar la Iglesia de Asunción es como estar ante tres edificios en uno solo.
Se trata de un pueblo que es todo cuestas y calles adoquinadas, que destaca por sus hermosas casas solariegas. Edificios que antaño pertenecían a la élite política y noble de la zona, construidos en piedra y decorados con forja. Esta arquitectura de bonanza se asocia a la prosperidad económica que experimentó el pueblo alrededor del siglo XVIII, cuando se desarrolló el cultivo del olivo. Clasificado como Bien de Interés Cultural en 1973, Calaceite no solo destaca por su arquitectura, también por su posición geográfica. Y es que este municipio se considera la puerta a Catalunya desde Aragón.
El pueblo tiene su centro en la plaza Mayor, núcleo de las tres vías principales que articulan el municipio. No abandones Calaceite sin visitar sus numerosas portales-capilla. Se tratan de una infraestructura curiosa, donde se construían capillas religiosas sobre los arcos que hacían las veces de zonas de paso dentro del pueblo. Hay un total de tres: de la Virgen del Pilar, San Antonio, y la desaparecida Virgen del Rosario