Es habitual que tengamos cicatrices. Son sinónimo de que se ha curado una herida, haya sido traumática o secundaria a una cirugía. Suele considerarse la etapa final de una lesión o intervención quirúrgica, suponiendo en algunos casos desagradable para el paciente, pudiendo ocasionar o condicionar un problema emocional en función de la localización, de cuál sea su tamaño, o bien la forma de la cicatriz.
Lisset Sarda jefa de Dermatología en Quirónsalud Alicante explica que en el caso concreto de los queloides, se trata de “respuestas hiperproliferativas del tejido conectivo frente a diferentes estímulos, entre los que se incluyen la inflamación, la infección, y los traumatismos cutáneos (sobre todo las quemaduras y las heridas quirúrgicas)”.
Su diagnóstico, tal y como señala, es clínico, y no son raros en los postoperatorios de la cirugía menor cutánea. “Las cicatrices y los queloides se distinguen en que estos últimos se extienden más allá de la herida original y, rara vez remiten mientras que las cicatrices se limitan al lugar de la herida, y tienden a desaparecer con el tiempo, por lo que en general no requieren tratamiento”, precisa.
A la hora de prevenir los queloides, esta dermatóloga ve conveniente un buen cuidado de la herida, aplicar productos que favorezcan la cicatrización correcta, y las recomendaciones de su dermatólogo según zona, o tipo de intervención, sostiene.
“Los queloides son lesiones eritematosas, generalmente pruriginosas (pican), y sobreelevadas, por fuera de los márgenes de la lesión previa. El prurito (picor) suele ser su signo más llamativo y debe ser tratado precozmente”, detalla la doctora Sarda.
En este sentido, la especialista de Quirónsalud Alicante sostiene que los queloides se desarrollan principalmente en zonas donde la piel está bajo mayor tensión, en sujetos genéticamente predispuestos, y con una frecuencia hasta 10 veces superior en sujetos de piel oscura.
A la hora de manejar las heridas en las personas con tendencia a desarrollar queloides, Lisset Sarda aboga por evitar los procedimientos quirúrgicos en la medida de lo posible, sobre todo si la cirugía es requerida por motivos estéticos, y en localizaciones con tendencia a la producción de queloides.
“Si fuera necesaria la intervención quirúrgica, ésta debe realizarse con material adecuado y en estricta asepsia; asimismo, se debe minimizar el trauma, evitar materiales extraños, espacios muertos, hematomas, infección, y toda causa de tensión en la herida, así como la aplicación de productos destinados a mejorar la cicatrización y prevenir en lo posible la aparición de una cicatriz que termine en queloide”, advierte esta dermatóloga.
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Es por ello por lo que esta dermatóloga insiste en que, en caso de sospecha, el paciente siempre debe consultar con un especialista, valorar con el riesgo beneficio, así como la zona a tratar, si ha habido queloides previos, y sobre todo, incide en la necesidad de mantener las indicaciones después de la cirugía, para evitar en lo posible la aparición de los mismos.
“Si aparece consulte inmediatamente. Los queloides recientes son los que mejor responden a los tratamientos”, asegura esta experta, quien recuerda que en la actualidad hay varias opciones de tratamiento para eliminar queloides, como la inyección intralesional de corticoides, la dermoabrasión, los peelings, el láser en sus distintas variedades, la terapia fotodinámica, la toxina botulínica, o el plasma con factores de crecimiento, entre otras muchas alternativas, que siempre deben ser supervisadas por un especialista.