El estrés y una dieta alta en grasas saturadas se han convertido en una combinación preocupante para la salud cardiovascular. Diversos estudios han demostrado cómo estos factores deterioran la función vascular. Es decir, la capacidad de los vasos sanguíneos para transportar sangre rica en oxígeno y nutrientes a todos los tejidos se ve afectada. Entonces, aumenta el riesgo de enfermedades del corazón. Sin embargo, una reciente investigación de la Universidad de Birmingham ha revelado que ciertos alimentos y bebidas ricos en flavonoides podrían ofrecer una solución eficaz.
Los flavonoides, compuestos bioactivos presentes en muchos alimentos, parecen contrarrestar los efectos negativos del estrés y el consumo de grasas en la vasculatura. Son conocidos por sus potentes propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. El hallazgo, publicado en la revista Alimentación y función, es especialmente relevante en un mundo donde el ritmo acelerado de la vida moderna fomenta hábitos alimentarios poco saludables que incrementan los riesgos de problemas cardiovasculares.
Entre las opciones analizadas por los científicos, el cacao y el té verde destacan como aliados potenciales para la salud del corazón. Ambos son ricos en flavonoides, conocidos por sus beneficios en la regulación de la presión arterial y la mejora de la función vascular. El cacao, especialmente en su forma menos procesada, contiene flavonoles que favorecen la dilatación de los vasos sanguíneos, protegiendo así contra el daño causado por el estrés.
En el caso del té verde, sus catequinas, otro tipo de flavonoides, contribuyen a reducir la inflamación y mejorar la circulación. Los investigadores sugieren que incorporar estas bebidas en la dieta podría ser una estrategia sencilla y efectiva para proteger la salud cardiovascular. No obstante, es esencial optar por cacao sin alcalinizar y té de alta calidad para maximizar los beneficios de estos compuestos.
Los flavonoides actúan directamente sobre el sistema vascular gracias a su capacidad para aumentar la producción de óxido nítrico, una molécula que favorece la relajación de los vasos sanguíneos. Este efecto resulta necesario para contrarrestar el impacto del estrés, que tiende a elevar la presión arterial y disminuir la dilatación vascular. Además, los flavonoides reducen la actividad de las moléculas inflamatorias y los radicales libres, ambos asociados con el deterioro endotelial.
El estudio de Birmingham, realizado con jóvenes adultos sanos, demostró que consumir cacao rico en flavonoides junto con una comida grasa mejoró significativamente la función vascular a los 30 y 90 minutos tras un episodio de estrés. En contraste, las bebidas bajas en flavonoides no ofrecieron esta protección. Aunque los flavonoides no influyeron en la oxigenación cerebral ni en el estado de ánimo, su impacto positivo en la vasculatura periférica subraya su valor como herramienta dietética.
Incorporar cacao y té verde a la rutina diaria, además de beneficiar al corazón, puede también mitigar el daño provocado por elecciones alimentarias menos saludables en momentos de estrés. Los expertos recomiendan un consumo diario de 400 a 600 mg de flavonoides, que puede lograrse con dos tazas de té verde o una porción de cacao sin procesar.
Durante las pruebas, los participantes consumieron una comida alta en grasas, compuesta por croissants, mantequilla, queso cheddar y leche entera, acompañada de una bebida de cacao rica o baja en flavonoides. Tras una hora y media de reposo, realizaron una prueba matemática cronometrada que simulaba situaciones de estrés cotidiano. La tarea indujo aumentos en la presión arterial y la frecuencia cardíaca, recreando condiciones reales que afectan la salud cardiovascular.
Los investigadores evaluaron los efectos midiendo cómo se expanden las arterias del brazo, un indicador importante de la salud de los vasos sanguíneos, usando un ultrasonido especial. También monitorearon el flujo de sangre en el brazo, la presión arterial y la actividad del corazón tanto en reposo como durante la prueba de estrés. Además, utilizaron un método llamado espectroscopía de luz para observar los niveles de oxígeno en una parte del cerebro conocida como corteza prefrontal.