Se dice que el destino está inscrito en las manos. Según los entendidos, cada una de las líneas que pasan por la palma relata una historia única de nuestra existencia, tanto del pasado como de lo que aún está por venir, y está en nosotros poder seguir ese rumbo o, de alguna manera, desviarnos de él.
Mucho se habla sobre la veracidad de esta práctica, por lo que me fui a una sesión de quiromancia –el estudio de las líneas y la simbología de la mano– para comprender en qué consiste y por qué es una técnica que ha trascendido por los siglos de los siglos, siendo aún muy buscada por aquellas personas que quieren entenderse mejor.
Lo primero que hice, naturalmente, fue realizar la búsqueda más sencilla en internet: “Lectura de manos Costa Rica”. Los resultados fueron diversos, pero entre ellos encontré la página de Clency Quiromancia Terapia, un perfil que aseguraba contar con más de diez años de experiencia en la interpretación de manos.
Lo siguiente fue sencillo. Coordinamos con Clency y nos recibió cordialmente en su hogar, en Lagunilla de Heredia, para hablar de todo un poco. De paso, participamos en una sesión de quiromancia.
Como acostumbro en este tipo de escenarios, donde el ambiente está impregnado por los aromas de aceites esenciales, me adentré con dosis iguales de escepticismo y curiosidad, dispuesta a aceptar lo que el destino pudiera revelar. Con gusto les relataré cómo fue mi lectura de manos, aunque me permitiré omitir ciertos detalles para resguardar algo de la privacidad de mi futuro.
Esto significan las líneas en sus manos, según la quiromancia
Antes de comenzar la lectura, el primer paso es frotarse ambas manos con una toallita húmeda. Una vez limpias, Clency se acerca con una pequeña lámpara y un spray de agua con hierbas, sus únicos instrumentos para la sesión que, después de haber realizado más de cien en la última década, quizá podría resultarle rutina.
La fecha de nacimiento de quien se somete a la lectura resulta esencial. Según explicó Clency, su oficio está profundamente ligado a la astrología, por lo que el hecho de que mi signo zodiacal fuera cáncer debía revelarse desde el inicio. En segundo plano de importancia, me preguntó cuál era mi mano dominante, aunque durante la sesión examinó ambas sin distinción. Cada una es fundamental, pues reflejan el pasado y el futuro de la persona.
Para mi alivio, me aseguró que tenía “muy buenas manos.” Mientras aplicaba el spray en mis palmas y ejercía presión para observar cada línea con mayor detalle, se tomaba su tiempo en indagar quién era yo y, aún más importante, quién llegaría a ser.
A partir de allí, la sesión se convirtió en una conversación en la que me hacía preguntas y afirmaciones; poco a poco, fue profundizando en lo más íntimo de mi ser.
Viví una sesión de constelaciones familiares: así fue mi experiencia
“¿Anda muy estresada?” fue el inicio de sus preguntas. No era la primera vez que alguien me lo decía, pero me tomó un poco por sorpresa, ya que había llegado a su hogar con completa paz mental. Aun así, me detectó una tendencia frecuente a la angustia, y en eso atinó.
Lo interesante de esta percepción es que, según indican mis manos, literalmente nací estresada. Al parecer, algo ocurrió durante el embarazo que pudo haber desencadenado ese sentimiento de preocupación desde el primer momento en que abrí los ojos; una inquietud que, hasta la fecha, no ha dejado de afectar mi vida cotidiana.
Para llegar al fondo del problema, me recomendó conversarlo con mis familiares que estuvieron presentes antes, durante y después de mi nacimiento. En caso de que algún evento traumático hubiera ocurrido y yo lo desconociera, me tocaría aceptarlo y trabajar en el control de mis emociones.
Ahora bien, yo considero que esto puede ser cierto (o no) hasta cierto punto. Lo que me llama la atención es la facilidad con la que se ofrecen explicaciones a los comportamientos humanos de este tipo. Aunque, en lo personal, priorizo los factores científicos que fundamentan nuestras conductas, comprendo que otras personas escojan darles otro sentido.
Volviendo a la lectura, Clency me compartió información bastante positiva, en parte porque reveló que tengo destellos de cinco puntos en ambas manos. Estas marcas se conocen como estrellas, ya que están formadas por múltiples líneas que se cruzan como en una intersección y simbolizan una explosión de energía o interés. Su significado varía dependiendo de su ubicación; en mi caso, se encontraban debajo de cada dedo, a excepción del pulgar.
Estas zonas se conocen como los “montes” de la mano. En otras palabras, son las carnosidades protuberantes que se pueden pellizcar, en mayor o menor grado. Debido a que cada uno de ellos tiene significados distintos, se los explico:
El monte de Júpiter, ubicado en el dedo índice, representa la confianza en sí mismo, la ambición y la capacidad de liderazgo; por lo tanto, una persona con este monte desarrollado tendrá éxito en estos aspectos. En cambio, un monte plano puede sugerir falta de ambición.
Luego está el monte de Saturno, bajo el dedo medio, asociado con la paciencia, la estabilidad y la sabiduría. Le sigue el monte de Apolo, bajo el dedo anular, vinculado al amor, la creatividad y la pasión. Después está el monte de Mercurio, bajo el meñique, que representa la comunicación, la elocuencia y la agilidad mental y, finalmente, el monte de Venus que está bajo el pulgar y se liga con el amor, la pasión y la sensualidad.
En seguida, Clency me explicó que los destellos en estos montes indicaban ciertos dones. Para algunas personas, esto puede reflejar habilidades destacadas en el ámbito laboral, o bien, en aspectos personales.
Mientras seguíamos conversando y entrábamos en temas más específicos, me percaté que Clency no hacía observaciones basadas únicamente en una línea de la mano, sino que movía su mirada de un lado a otro para formar un conjunto de significados, puesto que todas las líneas están interconectadas.
Al llegar a la línea de los viajes, me aseguró que tendría muchos por venir. También mencionó tres ciudades europeas que, curiosamente, siempre me han atraído. No se lo había dicho, ni mucho menos había algo en mi apariencia que pudiera sugerir que quiero visitar lugares como Londres o Milán, por ejemplo, pero aun así acertó.
Luego pasamos a las marcas de la muñeca, que indican longevidad y vitalidad, y nuevamente fui afortunada porque no me dio malos augurios. Sin embargo, Clency me comentó que, entre los cientos de personas a las que ha atendido, ha encontrado signos que advierten de posibles enfermedades graves en el futuro. En esos casos, recomienda acudir a un médico para descartar riesgos o prevenir complicaciones.
Otro aspecto que me pareció acertado fue el relacionado con el amor, indicado por la línea del matrimonio, que se ubica en la parte inferior de la palma y define las relaciones que marcan la vida de una persona. Cuanto más pronunciadas sean las rayas, mayor será la durabilidad de la relación. Nuevamente, sin que yo se lo hubiera dicho, adivinó mi situación sentimental.
Eso sí, como ocurre en este tipo de prácticas, hubo ciertos elementos de su lectura que no me convencieron del todo; por ejemplo, que yo fui una niña sobreprotegida con unos padres ausentes, o que era muy “llorona” y “necia” de pequeña, con lo cual no estaba de acuerdo. Lo que sí se acercaba a la verdad, en medio de estos argumentos, es que disfrutaba de mi tiempo a solas.
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Yo, en el otro lado de la emsa, estaba completamente relajada durante la sesión. Hasta ese momento, nada de lo que me había dicho me sorprendió... hasta que aquella vecina de Heredia me dijo “a usted le gusta caminar en la arena, pero no entrar al mar, por el miedo”. Y claro, eso me puso los pelos de punta, porque en efecto le tengo pavor al océano. Aunque es algo que he comentado con mi círculo cercano, no es un tema que ande cantando a los cuatro vientos ni tampoco es un detalle que se puede inferir desde mis redes sociales.
A partir de ese descubrimiento, Clency me explicó que pudo adivinar ciertos aspectos de mi personalidad a través de la quirología, una práctica que va más allá del simple estudio de la palma. Esta lectura trata de indagar en un análisis más profundo, que considera el tamaño, la forma, el color y hasta la temperatura de la mano.
Por ejemplo, mientras tomaba mi mano izquierda (que es la pasiva y por ende representa el pasado), ella cerraba los ojos y la colocaba en distintas posiciones para “hablar con mi alma”. Así fue como descubrió mi miedo al mar y otros detalles, como conexiones fuertes que he tenido con mascotas que ya han fallecido, y la situación de mis relaciones intrafamiliares, tanto las que valoro como aquellas que mantengo a distancia.
Nuevamente, fue sorpresivo para mí que, para cerrar la sesión, no hubiera que realizar ningún tipo de ritual. Al contrario, Clency simplemente se alejó y me dijo que podía recoger mis manos. Todo había vuelto a la normalidad, y continuamos conversando sobre otros temas, incluidos casos de personas a las que les ha leído las manos y cómo les han cambiado sus vidas.
Al salir de su hogar y mientras procesaba todos los presagios que me había presentado, llegué a la conclusión de que, aunque acertó en algunas cosas y en otras no tanto, no me arrepiento de haber asistido. Al contrario, esta lectura de manos me orientó hacia un camino que, de alguna manera, ya conocía de mí misma y reafirmó mi decisión de continuar en esa dirección. Aparte, ahora puedo decir que tengo estrellas en las manos sin necesidad de recurrir a metáforas.