Nunca he visto siquiera diez minutos el sarao de Pablo Motos, jamás me interesó. Un amigo suyo y mío me dijo hace doce años que era un programa de niños que veían los adultos y para eso hace falta notable ingenio. Cierto. Todas las estrellas internacionales que pasaban por España elegían 'El hormiguero', y eso significa algo, pero no para mí. Hasta comprobar atónito cómo se ha montado una operación gubernamental de aniquilación contra él, algo inaudito en democracia. Primero mediante el desprestigio en las redes progresociales, después fabricando una alternativa en RTVE con dinero público y, por fin, con la agresión activa de ministros, dirigentes y el cuadro de los periodistas oficialistas y multipensionados, que además se han autopostulado...
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