Madrid es Navidad cuando a doña Manolita le da la gana. Siempre empieza en sus colas, que abarrotan Preciados y Callao mientras la ludopatía pública anuncia Loterías y Apuestas del Estado en cortometrajes conmovedores. Siempre me ha llamado la atención en el estanco, la cantidad de personas que usan su mostrador como si fuera un casino. Se amontonan apuestas y derrotas, sueños en forma de boleto impreso que el azar vuelve a truncar para que regresen al día siguiente. Como Larra pero pagando. Porque el juego es malo, sí. Todo el mundo sabe lo dañino que fue Sheldon Adelson. Aunque ese discurso pierde su significado si el que se forra con tu enfermedad es el Estado, así, en mayúsculas. Cuando...
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