La medida de fuerza tomada por los transportistas, programada para el jueves 10 de octubre, terminó convocando a muchas otras fuerzas productivas, como los vendedores de Gamarra, los bodegueros organizados, trabajadores farmacéuticos y una diversidad de trabajadores independientes. Muchas instituciones educativas, organizaciones públicas y empresas optaron por el trabajo remoto para evitar poner en riesgo a trabajadores y estudiantes. A la hora en que se terminaron de escribir estas líneas, algunos miles de manifestantes llegaban frente al Congreso de la República y se producían las primeras detenciones arbitrarias. Dentro del hemiciclo, la sesión continuaba como si nada, de espaldas a la realidad.
Durante meses, periodistas y analistas se preguntaron cuál sería el detonante necesario para activar la movilización en Lima y golpear al régimen de Dina Boluarte. Parece que la respuesta va por el lado de la inseguridad, que se vive en medio de un estilo de gobierno frívolo y provocador desde el Ejecutivo, más preocupado por arreglos cosméticos y por impulsar medidas propias de populismos simplistas.
Lamentablemente, la desfachatez del gobierno se sustenta en la indiferencia de las élites empresariales y en la seguridad con que la coalición co-gobernante despliega su poder. Estos dos actores insisten en invisibilizar la situación real que se vive diariamente en el país, acompañada de un descontento generalizado con la situación política y social, evidente desde los resultados electorales de 2021.
A la movilización en Lima se suma un paro de pescadores artesanales en Piura, quienes protestan por la presencia masiva de embarcaciones chinas, además de las recientes declaraciones textuales de una parlamentaria de la coalición gobernante, que al ser consultada sobre los indicadores económicos del país sostuvo que “por eso es que la mantenemos ahí” (refiriéndose a Dina Boluarte).
Estamos llegando al punto en que los partidos que co-gobiernan parecen no tener nada que perder y buscan desmarcarse de la penosa imagen de ser lo que son: el principal soporte del boluartismo.
Nota: En mi columna de la semana pasada mencioné al señor Ignacio Javier Blanco, quien señala ser exsodálite y afirma que la información sobre la propiedad en Roma recogida en este enlace es falsa.
Publicada en la edición impresa el viernes 11 de octubre de 2024