El combustible es el mayor gasto al que los conductores de vehículos se enfrentan en su día a día. El consumo energético en la industria extractiva y manufacturera alcanzó los 24.655 millones de euros en 2022, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Los principales productos energéticos utilizados fueron la electricidad (58,1% del total) y el gas (31,2%), pero los productos petrolíferos como el gasóleo y la gasolina supusieron casi el 5% del gasto total, una suma de 1.152 millones de euros.
Una cifra tan grande parece abrumadora, pero no se es realmente consciente hasta que cada uno mira su bolsillo. Por ello, muchos conductores optan por utilizar gasolina de bajo coste, con la que los conductores habituales pueden ahorrar bastante dinero al cabo del año. Sin embargo, esto no es lo mejor para el coche. Un trabajador de una gasolinera del Grupo García explica la forma ideal de echar combustible.
Existen dos tipos de combustible en la mayoría de gasolineras más allá de las marcas: gasolina o diésel normal y gasolina o diésel premium. El expendedor recomienda rellenar con combustible premium una de cada cuatro veces, es decir, por cada tres repostajes con gasolina normal, uno premium. La gasolina o el diésel premium es más caro que el normal, pero ofrece cuatro ventajas que el trabajador de esta gasolinera explica:
Ambos combustibles tienen una composición diferente: la gasolina es un combustible líquido formado por una mezcla de hidrocarburos volátiles mientras que el diésel (o gasóleo) es un aceite mineral compuesto por hidrocarburos más pesados. También se encienden de manera diferente, la gasolina lo hace mediante una chispa que genera una bujía y el diésel transformando el calor en energía sin necesidad de una chispa.
Como norma general, los vehículos diésel pueden recorrer más kilómetros con la misma cantidad de combustible en comparación con los vehículos de gasolina, pero también contaminan más y las restricciones medioambientales impuestas son más estrictas con estos vehículos.
El precio de ambos depende del coste de la producción en cada momento. La gasolina se consigue a través del petróleo crudo, que se encuentra en el subsuelo, en depósitos subterráneos o submarinos. Una vez que el petróleo sale de esos pozos, se almacena en tanques inmensos. El diésel también nace a partir del petróleo crudo, pero en esta ocasión se calienta. El vapor que se condesa se utiliza para grasas, aceites pesados y fibras textiles. Después, ese vapor condensado se vuelve a calentar y de eso se obtiene el fueloil, otro producto petrolífero. Y cuando este se vuelve a destilar, se conseguir el gasóleo.