Pocos 'peros' se le pueden poner al nombramiento del teniente general Gan Pampols como nuevo vicepresidente de reconstrucción de la Generalitat. Es el primer tanto que se puede apuntar Carlos Mazón en el último mes. Oxígeno para una administración que lleva casi un mes encarando golpe tras golpe y que en estos momentos está en la lona. Gan Pampols ha definido el encargo de la administración valenciana como su misión más importante, y en su dilatada trayectoria ha tenido unas cuantas: Kosovo, Afganistán... La única duda que atisba en el horizonte del teniente general es cómo encajará en la esfera política , tan alejada en sus códigos de funcionamiento de la disciplina y orden militar. Gan Pampols le dijo a Expósito en Cope el día de su nombramiento que esperaba que «la conciencia de cada uno de los representantes de ciudadanos, de gente que ahora está sufriendo, tengan la suficiente altura de miras para alcanzar un consenso mínimo y que haya una unidad de esfuerzo, que se saque del debate político y partidista las labores de reconstrucción». Me puedo equivocar, pero la petición del teniente general caerá pronto en el olvido, porque esto no va sólo de reconstrucción. Esperar ese comportamiento de la oposición es poco realista conforme se han dispuesto las fichas en el tablero. Me gustaría equivocarme, aunque la respuesta, el Teniente General y todos los demás, la vamos a tener bastante rápido. Mientras tanto, el resto de nombramientos del nuevo Consell ya se han hecho efectivos. Salen los políticos y entran los técnicos . Salomé Pradas y Nuria Montes dejan sus funciones en la Generalitat tras vivir los días más convulsos que se recuerdan, situación que ayudará al menos a corto plazo a levantar presión mediática, pero sólo a corto plazo. Los ceses y nuevos nombramientos es la última carta que le queda a Mazón para intentar enderezar una nave que en mitad de la tempestad navega a la deriva. Son los 'profesionales' los que tienen ahora la última palabra.
