Los lunes suelen ser sinónimo de caras arrugadas y desgano, pero este fue diferente, pues la posibilidad de ver a una de las grandes bandas del momento hizo que, por una vez, valiera la pena salir el primer día de la semana a las 8 p. m.
Costa Rica, con su ecosistema creciente de conciertos, ha hecho que los melómanos no se sorprendan cuando aparece un evento como el que sucedió con Boy Harsher el pasado 18 de noviembre, en la primera de dos fechas de esta banda estadounidense de electrónica-dance, la cual, desde su fundación en el 2013, ha crecido y ha ganado adeptos en todo el mundo con su propuesta rica en sonidos.
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Desde sus inicios, la banda se ha destacado por su estilo único, que mezcla géneros como el synthwave, el darkwave y la electrónica industrial. Su música se caracteriza por sonidos oscuros y melódicos, con sintetizadores envolventes y ritmos pulsantes que crean una atmósfera casi hipnótica. A lo largo de los años, han logrado capturar la atención de muchos fanáticos de la música electrónica y alternativa, destacándose por su capacidad para fusionar lo bailable con lo experimental.
Boy Harsher comenzó a ganar popularidad con sus primeros discos, como Lesser Man (2014) y Yr Body Is Nothing (2016), los cuales mostraban su sello distintivo: melodías pegajosas y letras que exploran temas como el deseo y la introspección. Sin embargo, fue con el álbum Careful (2019) que lograron un reconocimiento aún mayor, con temas como Pain, que se convirtió en uno de sus mayores éxitos y en un himno dentro de su estilo musical.
Ahora, Boy Harsher llegó a Costa Rica directo desde el Corona Capital, uno de los festivales más grandes de México, gracias al esfuerzo de la productora Destiny en una noche en que el concepto de fiesta y de concierto se hibridaron. El show que dan los estadounidenses es de primera, tal como se vivió en Casa Rojas, el acertado recinto para una experiencia de oscuridad y luces estroboscópicas.
El dúo integrado por la cantante Jae Matthews y el productor Augustus Muller es la definición de explosión. Desde que aparecieron con el tema Give Me a Reason, fueron frontales en su propuesta: “Nosotros hacemos canciones para bailar”, dijo Matthews, motivando a todos a sacudir sus cuerpos y pisar fuerte. Así fue: el público tico ha demostrado más que nunca estar dispuesto a seguir todo lo que se diga en tarima, y el ambiente fue espectacular en este sentido, pues el carisma y el talento que desbordan los músicos es mayúsculo.
Matthews se enfoca más en mostrar sus atributos vocales y su despliegue físico en el escenario, mientras que Muller se encarga de pavimentar la parrilla de sonidos electrónicos con su rack de sintetizadores.
La química es total y Boy Harsher tocó sus temas ‘más pegados’ teniendo como punto culminante su éxito Pain, la adictiva canción que enloquece a quien la escucha y que llevó al estruendo de aplausos, chiflidos de elogio y gritos desaforados.
Una vez más, la audiencia costarricense se mostró más que a la altura. Boy Harsher, por su parte, suena como en sus discos, en el mejor sentido de la palabra: dan una experiencia de fiesta refinada, de sonidos limpios, impecables, con una propuesta lumínica única que hace perfecta compañía a sus mezclas.
Que Boy Harsher llene dos fechas en Costa Rica, junto a todo lo que hemos vivido este año para la escena alternativa, no es más que motivo de emoción y agradecimiento hacia las productoras que se esfuerzan en refrescar la escena y producir de primer nivel. Lo que antes parecían conciertos de nicho, poco a poco toman protagonismo, y con este cambio cultural, todos ganamos.
Recinto: Casa Rojas
Fecha: 18 y 19 de noviembre
Produce: Destiny