El precio del aceite de oliva comenzó a aumentar de manera significativa a mediados de 2022, y la situación empeoró rápidamente. La principal razón fue la grave sequía que afectó a España, el mayor productor mundial, lo que redujo la producción a casi la mitad en comparación con años anteriores.
Para complicar aún más las cosas, los costos de producción también se incrementaron debido a la subida de precios de los fertilizantes, la energía y el transporte, causados por la crisis energética derivada de la guerra en Ucrania. A esto se sumó una alta demanda internacional, especialmente desde Estados Unidos, lo que generó aún más presión sobre los precios.
En 2024, la situación parece estar mejorando gradualmente: la producción de aceite de oliva se está recuperando poco a poco y, gracias a medidas como la disminución del IVA, los precios están empezando a descender, lo que ofrece un alivio a los consumidores.
De acuerdo con un informe de FACUA-Consumidores en Acción, el precio promedio por litro de aceite de oliva ha experimentado una caída del 2,5% en comparación con el año anterior, alcanzando los 12,18 euros en noviembre de 2024, frente a los 12,50 euros registrados en el mismo mes de 2023. Sin embargo, esta disminución en los supermercados es más modesta en comparación con la reducción en el precio en origen, donde ha bajado un 13% en el mismo período, pasando de 7,41 euros por litro en noviembre de 2023 a 6,45 euros en noviembre de 2024. A pesar de la caída, el aceite de oliva sigue siendo uno de los 20 productos más encarecidos.
Además, se prevé que a partir del 1 de enero de 2025 se implemente un IVA superreducido del 4% para el aceite de oliva, reafirmando su estatus como un producto de primera necesidad. Aunque la reducción de precios en los supermercados es aún limitada, se espera que, con la llegada de la nueva cosecha y las medidas fiscales anunciadas, los consumidores puedan disfrutar de precios más bajos en los próximos meses.