Recluido desde primera hora de la mañana en su despacho del Congreso, Alberto Núñez Feijóo asistía junto a su equipo más cercano a los ecos que llegaban de la declaración de Víctor de Aldama en sede judicial. «Sánchez quería conocerme», «pagué 250.000 euros a Ábalos », «todo el Gobierno conocía la visita de Delcy Rodríguez»... Cada secreto que desvelaba superaba al anterior. Una bomba política que el Partido Popular digirió con calma. Dejando pasar los minutos antes de comparecer ya con toda la intervención del comisionista analizada. Que era mucho. La gravedad de los hechos conocidos desembocó en la comparecencia del propio Feijóo, pasadas las dos de la tarde, justo después de la votación de las enmiendas pendientes del pacto...
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