Los repartidores de butano arrancan este jueves su tercera jornada de huelga. La Federación Española de Distribuidores de Gases Licuados del Petróleo (Fedglp) ha convocado a los transportistas de butano al tercer paro en el servicio de reparto a domicilio de este combustible en toda España por la inacción del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico ante sus reivindicaciones al no convocar una mesa de diálogo.
No obstante, el servicio de entrega a domicilio de bombonas seguirá operando en la provincia de Valencia y en otras áreas afectadas por la reciente DANA, donde numerosos hogares dependen de este abastecimiento para su bienestar cotidiano. Asimismo, el suministro se mantiene para los puntos de venta y no se verán afectados los usuarios en situación de vulnerabilidad, ni aquellos en centros educativos, sanitarios, de atención social, residencias de mayores o instituciones sin ánimo de lucro.
Esta huelga, que celebró su primera jornada el 4 de noviembre y su segunda el 13 de noviembre motivada por la inacción del Ministerio de Transición Ecológica y las condiciones impuestas por las compañías petroleras, busca visibilizar la complicada situación de los distribuidores, quienes aseguran estar operando a pérdidas. Según esta patronal, el Gobierno debería garantizar que sus transportistas reciben de los operadores una retribución de al menos 4,8 euros por bombona, frente a los 25 céntimos actuales.Los próximos días de huelga serán el 29 de noviembre y el 5, 11, 17 y 23 de diciembre. Estos paros afectarán a la entrega de más de 150.000 bombonas de butano diarias, de las cuales dependen aproximadamente seis millones de hogares en todo el país.
Los convocantes denuncian que los repartidores de butano atraviesan una situación crítica desde hace años, como consecuencia de que el sistema de actualización de la retribución que perciben por cada bombona lleva más de una década sin actualizarse.
Frente a esta congelación, lamentan que se ha producido un aumento de los costes que tiene su origen en la escala inflacionaria, en el incremento de precio de los carburantes de los vehículos de reparto, el cumplimiento de las regulaciones en materia de seguridad y bajas emisiones, el incremento de los salarios y en la dificultad de mantener una plantilla estable de trabajadores dispuestos a desempeñar una profesión tan exigente y dura como es la del reparto domiciliario de bombonas.