Todo ser humano tiene su propio diálogo interno en mayor o menor medida. Este 'ruido mental' proviene, en parte, de las expectativas ajenas y de la presión social, que llevan a crear estándares inalcanzables. «Con el tiempo, esto nos hace ver nuestras propias acciones o errores con mucha dureza, lo que puede llevarnos a un ciclo de autosabotaje, convirtiéndonos en 'autonáufragos' -asegura Juan Carlos Carrasco , autor de 'Cuando la persona tóxica eres tú' -. Esto ocurre cuando creemos y no cuestionamos nuestro propio diálogo interno, cayendo en trampas y limitaciones sin ser conscientes. El trabajo está en aprender a detectar cuándo estamos siendo excesivamente duros con nosotros mismos y reemplazar esa crítica con hechos reales y objetividad». ¿Por qué hay ocasiones en las que nos machacamos tanto? ¿Somos nuestros peores enemigos? Sí, actuamos como nuestros peores enemigos, y esto ocurre porque tenemos un ideal de cómo deberíamos ser. Para lograr ese insano objetivo, nuestra mente suele centrarse más en revisar y corregir los errores que en valorar los aciertos, lo que se conoce como sesgo de negatividad. Este hábito puede ser muy destructivo, y es precisamente por eso que es tan importante aprender a escucharnos sin juzgarnos. A través del libro, explico cómo podemos contrarrestar esa voz crítica y desarrollar un diálogo interno más compasivo y realista, que se traduzca en acciones que nos beneficien. La paradoja es que nos machacamos para lograr ser mejores y más felices. ¿A alguien le parece posible lograrlo por esa vía? Pues es lo que hacemos. ¿Cómo influyen los pensamientos negativos en el día a día? Nos impactan a todos los niveles desde que abrimos los ojos por la mañana. Y no tienen que ser catastrofistas, a veces son tan sutiles que resultan imperceptibles. Sin embargo, cada uno de ellos refuerza una o varias creencias limitantes, lo que nos lleva a subestimarnos o a sabotear nuestras metas. Es como estar dentro de una trampa invisible. Además, estos pensamientos tienden a multiplicarse con el tiempo, ya que estaremos programando nuestra mente en esa dirección. Ser consciente de cómo te estás hablando y cuestionar estos pensamientos es el primer paso para desintoxicarnos de esa negatividad. El cerebro es muy plástico, y podemos reprogramarlo para ir en el sentido contrario. En el libro explico cómo entender cómo estamos procesando la información, y a modificar cómo la estamos interpretando mediante ejercicios prácticos. Vivimos en una sociedad marcada por el estrés y falta de tiempo, ¿de qué manera las mujeres con hijos son más críticas con ellas mismas por el hecho de sentir que no llegan a todo? Las mujeres suelen enfrentarse a una presión adicional, ya que se espera que cumplan múltiples roles de manera perfecta y, además, con buen humor y figura esbelta. No es fácil conjugar el crecimiento personal y profesional con ser madre. Esto genera una autoexigencia enorme. Es imposible llegar a todo con la pretensión de que salga perfecto. Eso no va a suceder; las dificultades e imprevistos forman parte de la vida y siempre van a estar ahí. Pero estamos hablando de la educación y crianza de nuestros hijos. Es casi inevitable que surjan dudas y que una madre se sienta culpable e insuficiente en algún momento. En el libro, hablo de una clienta que afirmaba que procrastinaba. Es abogada, mamá de un niño con Asperger y con una novela recién escrita. Creo que no hay nada más que añadir. Estamos hablando de una urgente necesidad social de eliminar toda esta presión alienante. Pero, mientras eso ocurre o no, cada persona debe centrarse en donde sí puede actuar directamente, a través de un cambio de hábitos y, sobre todo, de mentalidad. ¿Cómo eliminar esos pensamientos que pueden hacer que se sientan culpables? El primer paso para reducir estos pensamientos de culpa es ser consciente de ellos sin juzgarlos. Es importante entender por qué están ahí y observarlos sin sentir fracaso. Si me siento mal, siempre va a existir un motivo, ya sea racional o no, que genere ese estado. No debemos ocultarlo debajo de la alfombra, debemos entender de dónde viene y si tiene sentido creer los pensamientos que me está generando. Es muy importante comunicarse con otros seres humanos para obtener apoyo y, si la situación se complica, buscar ayuda profesional. No hace falta llegar hasta ese punto para estar entrenados. En el método que sustenta los cimientos del libro, propongo la escritura terapéutica dirigida, aprender a descansar de la manera correcta e introducir la gratitud en nuestras vidas. Estas prácticas, en conjunto, atacarán directamente a nuestra voz crítica interna, que es la fuente de todos nuestros sentimientos de culpa. ¿Es el cansancio uno de los grandes enemigos de la búsqueda del equilibrio personal? Absolutamente. Cuando estamos cansados, nuestra capacidad para gestionar emociones, tomar decisiones y mantenernos centrados disminuye. En este mundo moderno, descansar se asocia a perder el tiempo, a ser unos vagos. Desde mi punto de vista, es más bien todo lo contrario: descansar es un acto de responsabilidad que ya no sabemos ejercer. Así que el problema no es tanto estar cansados, sino que hemos olvidado la maravillosa y sana capacidad de no hacer nada sin sentir culpa. Cualquier organismo que habita en la Tierra escucha su cuerpo y sabe autorregularse; nosotros, en cambio, no. ¿Seríamos capaces de sentarnos en un sofá durante una hora sin un smartphone, un mando a distancia o sin dormir? No descansamos, no nos escuchamos y no sabemos por qué no encontramos paz y equilibrio. La ausencia de pausa es uno de los motivos. En el libro señala que mucha gente confunde descansar con dormir. ¿Qué diferencia hay exactamente? ¿Por qué es tan importante tener en cuenta ambos conceptos? Dormir es una forma de descanso esencial, pero descansar va más allá del sueño. El sueño nocturno es algo que no podemos evitar: si no duermes, te mueres. El acto de dormir es algo que todos hacemos y nadie cuestiona. Sin embargo, las micropausas y el descanso diario son evitables. Podemos seguir funcionando, pero eso no significa que parar sea innecesario. La gran diferencia está en la culpa y en el diálogo interno que aparece en muchas ocasiones: «¿Qué haces aquí sentado cuando deberías estar comprando una estantería para el salón?». La diferencia es que no nos lo permitimos, al menos no en su punto óptimo. A veces, la vida no nos deja. Bien, pues observa en qué medida no te lo estás otorgando a ti mismo. Si queremos equilibrio interno, tenemos que aprender a descansar. ¿Cómo liberar la mente de preocupaciones cuando vamos a dormir? Una de las prácticas más efectivas es realizar una descarga mental antes de acostarse, donde escribimos cualquier preocupación o tarea pendiente en papel. Esto ayuda a que el cerebro sienta que no necesita seguir resolviendo esos problemas durante la noche. Después, es fundamental practicar la gratitud, valorando aquellas cosas buenas que tenemos en nuestras vidas y las pequeñas que han sucedido durante el día. Esto es innegociable. De hecho, cuanto más horrible haya sido nuestro día, más obligatorio es practicarla. Mucha gente cree que es un acto de ingenuidad, pero el poder transformador de su práctica es poderosísimo. Yo mismo tenía esa convicción, y romperla ha cambiado mi vida. En el libro hay argumentos y ejercicios suficientes para que el lector también lo logre. Si, además de esto, establecemos una rutina posterior de relajación o meditación, nuestras preocupaciones se dormirán antes que nosotros. ¿Qué hacer cuando el estrés hace que se estalle hacia los demás, injustamente, como forma de liberar tensiones? Disculparnos, disculparnos con el otro y con nosotros mismos, eso es lo primero. Luego toca sentarse a reflexionar; deberíamos parar todo. Una reacción de este tipo es una señal clara de que no estamos en la dirección correcta, de que hay algo en nuestra vida que no anda bien. Estallar hacia los demás suele ser un reflejo del estrés y la acumulación de emociones no procesadas. Eliminemos la culpa y a los culpables. Has caído en la trampa invisible, eres un autonáufrago que tiene la mejor de las intenciones, y no pasa nada. Tu vida te está diciendo, alto y claro: para, siéntate, piensa y cambia de dirección; por aquí no es. De nuevo, toca escucharnos. ¿Qué tipo de persona tóxica es la más común en nuestra sociedad? En el libro presento catorce perfiles de persona tóxica hacia los demás. Buscamos que el lector reflexione y sea capaz de detectar alguna de estas pautas de comportamiento en su entorno. A veces normalizamos comportamientos inaceptables de otros simplemente porque forman parte de nuestra vida: amigos de siempre, compañeros de trabajo e incluso familiares. Pero la verdadera pretensión es observar si nuestra voz crítica interna se parece a alguno de ellos; de ese modo, será más fácil identificar si existe un diálogo interno negativo. Para ser fiel a la pregunta, vamos a plantear un decimoquinto perfil, al que llamaremos «El piquito agrio». Como decía el gran Fernando Fernán Gómez, el mayor defecto de los españoles es el desprecio, el desprecio por el éxito ajeno a todos los niveles. ¿Siempre es posible 'desintoxicarse' de uno mismo? Sí, siempre es posible trabajar en nuestra relación con nosotros mismos. Desintoxicarse no significa que nunca más vamos a tener pensamientos o emociones negativas, sino que desarrollaremos herramientas para gestionarlos correctamente. Hay que entender que es normal que aparezcan; no es algo malo en sí. En cierto modo, no hay pensamientos ni emociones buenas o malas, están ahí para ayudarnos. Tenemos que observar, en nuestro proceso mental, qué es cierto y qué no, lo que nos sirve o lo que nos bloquea. El proceso es gradual y requiere paciencia, pero con la práctica, podemos liberar gran parte de esa 'toxicidad' interna, ganando en objetividad, volviéndonos personas más optimistas y encontrando una mayor sensación de paz y sentido vital.