Hace 50 años, los seres humanos lanzamos un mensaje hacia el espacio, un intento por comunicarnos con civilizaciones más allá de nuestro planeta. El 16 de noviembre de 1974, el telescopio del Observatorio de Arecibo, en Puerto Rico, envió una señal hacia el cúmulo estelar Messier 13, ubicado a más de 25.000 años luz de distancia.
Esta transmisión marcó el primer intento intencional de la humanidad por contactar a posibles seres extraterrestres. Ahora, medio siglo después, ese mensaje sigue siendo recordado, al mismo tiempo que lamentamos la pérdida de un observatorio clave para la ciencia astronómica.
La señal enviada en 1974 fue diseñada por el astrónomo Frank Drake y su equipo, con la colaboración del científico Carl Sagan. Usaron un código binario, el lenguaje más básico para las máquinas, para transmitir información sobre los seres humanos, la Tierra y el sistema solar.
El mensaje incluía datos sobre el ADN, la estructura de nuestro sistema numérico, la forma del ADN, un dibujo de una figura humana, un mapa del sistema solar, y por supuesto, el propio observatorio que enviaba la señal.
A pesar de las distancias astronómicas, el objetivo era demostrar que podíamos hacer llegar nuestra señal al cosmos, y que, si una civilización avanzada tenía los medios para escucharnos, podría captar nuestra llamada.
Aunque las probabilidades de una respuesta eran prácticamente nulas, el impacto entre la comunidad científica fue enorme. El acto de enviar el mensaje generó nuevas preguntas sobre el lugar que ocupamos en el universo.
¿Estamos realmente solos? ¿Qué pensarían otras civilizaciones al recibir nuestra señal?
El mensaje de Arecibo no se diseñó para obtener una respuesta inmediata, sino para mostrar que los humanos éramos capaces de hacer llegar una señal al espacio profundo.
Sin embargo, la idea de que, tal vez, algún día se reciba una respuesta, sigue siendo una de las motivaciones detrás de la búsqueda de vida extraterrestre.
Tras el envío del mensaje, algunos científicos se preocuparon por las posibles consecuencias de hacer pública nuestra ubicación en el universo.
¿Podría nuestra señal atraer la atención de civilizaciones hostiles? Este miedo fue reflejado en obras de ciencia ficción, como El problema de los tres cuerpos, que explora la teoría del "Bosque Oscuro", donde las civilizaciones se ocultan para evitar ser destruidas por otras más avanzadas.
A pesar de estas preocupaciones, las señales que emitimos desde la Tierra constantemente, como las de radio y televisión, ya hacen que nuestra ubicación sea conocida por cualquier civilización lo suficientemente avanzada como para detectarlas.
Sin embargo, la transmisión del mensaje de Arecibo dejó claro que cualquier futura comunicación debería hacerse con un consenso global para evitar posibles riesgos.
En 2020, el Observatorio de Arecibo colapsó debido a daños estructurales agravados por el huracán María. Esta tragedia significó el cierre definitivo de uno de los telescopios más importantes del mundo, que había jugado un papel crucial en la radioastronomía durante más de 50 años.
El colapso de Arecibo fue un golpe para la ciencia, especialmente para los astrónomos de Puerto Rico, que veían en el observatorio un símbolo de la investigación y la exploración espacial.
En 2018, un grupo de estudiantes de la Universidad de Puerto Rico propuso un mensaje actualizado, inspirado en el original, que nunca llegó a ser enviado debido a la falta de un telescopio adecuado.
La pregunta de si estamos solos sigue siendo un motor de la ciencia, y aunque el mensaje de Arecibo sigue viajando hacia su destino, la posibilidad de establecer contacto con seres de otras partes del cosmos permanece como un sueño lejano, pero posible.