Total, que me tocó participar en una charla sobre entornos digitales. Cuando los que me precedían llevaban un rato regocijándose ante la platea arrobada, empecé a moverme incómodo, beber agua como si aquella botella fuera la última en el desierto y lidiar con el micrófono inalámbrico que el técnico había insistido que no tocara. Me maldije por dentro por no haber asistido a un curso de cómo hablar en público . Repetí para mis adentros eso en lo que me insistió un colega de los que se desenvuelve ante la grey con soltura de telepredicador. «Ten una idea fuerza, da vueltas sobre ella. Si pierdes el hilo, ya sabes… Ah, y elige un punto fijo al que mirar». El mío...
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