Llevaba ya un largo rato Nadal jugando sólo contra sí mismo . Hasta que ha llegado el adiós definitivo. Casi se nos va calvo, él, que fue la excelencia con melena. Hubo siempre, en lo suyo, un despilfarro de heroicidad, un empeño de titán solitario que provocaba devoción creciente, porque no ha jugado en rigor al tenis, que también, obviamente, sino a la hazaña. No sé yo si escribir que está Rafa Nadal más allá del tenis, aunque sí hay que escribirlo. Quiero decir que, por encima o por debajo de su majestad de podio, lo que asomaba en Nadal es el vigor en camiseta, la pugna de vitamina del espíritu, la fe en el ahínco que ha sacado no...
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