La conversación transcurre en la misma planta que un día fuera Autosoca, el taller de reparación de coches que Pedro Soro, esposo de Francisca Bonmatí, tenía en Benalúa. En la actualidad es la sede de la firma Soro Bonmatí, donde los hijos de Pedro y Francisca –Asunción, Víctor y Cristina–, la tercera generación de una larga trayectoria inmobiliaria, como constructores y como promotores, trabajan en el lanzamiento de Residencial Alona, una nueva promoción de viviendas en Benalúa Sur, siguiendo la estela visionaria de su madre, «¿Por qué no?», como solía decir. El local guarda la estética de entonces, el túnel para cambiar los tubos de escape, que siguen tras el cristal; maquinaria, y hasta los luminosos amarillos que lucían a ambos lados de la entrada. Está también María, hija de Asunción, y la nieta mayor. Es un día sin colegio y está en la oficina, como tantos otros que los pequeños Soro Bonmatí pasaron acompañando a sus padres: «Recordamos jugar al tranco los fines de semana en los pisos piloto; hasta no hace mucho se trabajaba los sábados y domingos, y los viernes hasta tarde; la conciliación era posible, pero ¿cómo?, vivíamos a tres calles de la oficina, venía nuestra madre o íbamos».