Cada día, miles de vehículos se desplazan por las carreteras de la provincia de Córdoba en una cadencia que se rompe cuando se produce un siniestro de tráfico , que no sólo fractura esa danza de itinerancias sobre el asfalto, sino que devasta vidas. Velar por la seguridad de las vías y por el cumplimiento de la normativa de quienes se ponen al volante constituye el cometido primordial de los efectivos que conforman el Subsector de Tráfico de la Guardia Civil . ABC ha acompañado a una patrulla motorizada del destacamento de Córdoba, que lo conforman más de medio centenar de efectivos , para conocer de primera mano y al detalle la labor que desarrollan cada jornada estos centinelas de las calzadas. Sus integrantes, Manuel Hidalgo y Alfonso Teno , son dos profesionales con varias décadas de experiencia con el uniforme, que dejan claro, antes de comenzar la ronda, que «todos formamos parte del tráfico, justo desde el momento en el que ponemos un pie fuera de la cama: hacemos uso del transporte público, de vehículos particulares o de las aceras como peatones. Hay que ser conscientes de esto». La jornada comienza con el patrullaje por la Autovía del Sur , «carretera principal que siempre está vigilada por volumen de tráfico (sobre todo, su tramo central -del kilómetros 399 al 408-, o puntos más conflictivos como la Cuesta del Espino ). Tampoco nos olvidamos de las secundarias , en función de la accidentalidad que registren. A partir de ahí, si el servicio y el personal lo permiten, se controlan el resto de vías», comentan los agentes. El servicio diario de los efectivos del Subsector de Tráfico, en contra de lo que la ciudadanía opina, no sólo se centra en evitar que los conductores pisen demasiado el acelerador. «De hecho, nosotros en concreto estamos especializados en la supervisión del transporte, además de la vigilancia y disciplina de la circulación». Verificar que los transportistas respetan los tiempos de descanso y conducción (analizando los tacógrafos ), que cuentan con la preceptiva documentación o que el vehículo no exceda del peso autorizado, son algunas de las materias cuyo cumplimiento comprueban los agentes. Rafael, un camionero de la provincia que va de ruta en ruta «desde que acabé el servicio militar y ya tengo 63 años», es al primero del turno que paran los agentes. «Todo en orden» , informan los guardias al conductor, que se desahoga sin tapujos: «El trabajo de transportista es una mierda muy gorda. Ya no hago trayectos largos porque esto es muy sacrificado». Reconoce que «normalmente cumplo con todo porque ya las denuncias son muy caras, clavan mucho y yo soy autónomo». A la vez que Rafael arranca, a pocos metros, una furgoneta sufre una avería y queda parada en mitad de una glorieta. Manuel y Alfonso no pierden un segundo y acuden en su ayuda. «Los auxilios son muy frecuentes y, sin duda, se trata de los servicios más satisfactorios para nosotros», explican, a la vez que empujan el vehículo hasta la cuneta para evitar colisiones. De nuevo en la carretera, los vigías viales resaltan la importancia de los puntos negros de las distintas carreteras en la vigilancia vial. Es cierto que exiten factores menos previsibles, como la irrupción de animales en la vía o un tramo de calzada en mal estado. No obstante, según advierten, «todos deberíamos tratar de tener una conducción más defensiva . Pero en el habitáculo del coche el ocupante tiene la falsa percepción de protección, y de que no le puede pasar nada». El trabajo de equipos como el que conforman Manuel y Alfonso se encuentra perfectamente coordinado con el de los compañeros que trabajan en las unidades de investigación . «Cuando hay heridos graves o siniestros con daños cuantiosos, es decir, casos más complejos, ellos se encargan, si bien nosotros realizamos unas diligencias previas que contemplan toda la información que podamos recabar». Entre las herramientas con que cuentan los efectivos para estos y otros cometidos, destaca el sistema Tramo (Tratamiento en movilidad de accidentes, denuncias y gestión de la información general de tráfico): una base de datos que facilita la recopilación de información sobre siniestros en todas sus etapas, incluyendo geolocalización, imágenes, datos descriptivos y referenciales, entre otros. También disponen de una app de transportes o del sistema SIGO (Sistema Integrado de Gestión Operativa, Análisis y Seguridad Ciudadana), una plataforma de información telemática con la que los agentes pueden consultar datos en tiempo real de los ciudadanos que permite conocer de forma inmediata el historial de un potencial infractor o delincuente . «Haciendo una simple inspección te puede saltar una alerta de seguridad ciudadana : unos malos tratos, un robo de aceituna o, como en una ocasión, una cabeza cortada de un ciervo en un maletero. Te encuentras con muchas cosas. Y también es sorprendente la temeridad de algunas personas con acciones que pueden provocar distracciones peligrosas : conductoras maquillándose al volante; otros, afeitándose, o con un pie sobre el salpicadero y, como yo, con el teléfono móvil», relatan los agentes. Precisamente, en el siguiente punto de control que establecen los guardias civiles, el SIGO marca en rojo un aviso judicial sobre el conductor de una Ford, al que paran para realizar un control de drogas en el kilómetro 276 de la N-432 . «No obstante, no está infringiendo en este momento la medida penal que tiene impuesta, por lo que nosotros nos limitamos a efectuar la preceptiva prueba porque, aparentemente, presenta una sintomatología que nos hace pensar que puede dar positivo en sustancias», comenta el agente Hidalgo. Antes de realizar la primera prueba, el conductor reconoce que va «puesto», por lo que el resultado del test de saliva que se le practica (hay un segunda que se manda a laboratorio), confirma su confesión. «No sólo los fines de semana, sino todos los días se llevan a cabo exámenes de este tipo por parte de los equipos que están de turno. Es cierto que, por nuestra experiencia, da la sensación de que la gente está ahora más concienciada que antes, cuando el carné de conducir no era por puntos. Pero, evidentemente, se siguen dando casos como el que acabamos de presenciar». El denunciado no sólo se marcha con esta sanción bajo el brazo: también se lleva otra por no haber pasado la ITV . Pero antes de hacerlo se disculpa con los agentes. «Agradecemos estos gestos porque la gente tiene que saber que estamos aquí para prevenir, ayudar y contribuir a que las carreteras sean más seguras».