Ahora no. No debo. ¿Qué aporto? Nada. Más fango. Uno que no mata pero seguro que hiere a alguien. Pero desde que lo vi en redes, uff, no puedo quitármelo en la cabeza. Seguro, espero, que se alojará en mi memoria mucho menos tiempo que lo que retendré el horror, la desgracia, la muerte, el derrumbe, el turbión mortal que también nos trajo una riada de solidaridad, de heroísmo, de valor, de generosidad, de amor y la desasosegante incompetencia del Estado, representado en Sánchez, cobarde, huyendo por patas. Pero no es esa imagen de un Rey templado y un presidente a la fuga la que me tiene noqueado, sobrecogido por la rabia compartida con un pueblo tan anegado como abandonado....
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