Wos inició como un adolescente que rapeaba en batallas de freestyle en Argentina. Pero descarte esa imagen de su mente, porque el músico que se subió a la tarima del anfiteatro Coca Cola de Parque Viva este sábado, es muchísimo más que eso.
Rapado, teñido de rojo, con manganos y botas; la noche de este 2 de noviembre en la Guácima de Alajuela se presentó un artista que con su porte parecía sacado de un video en MTV de Linkin Park o hasta de los Red Hot Chili Peppers.
Con su presentación, parte de la gira Descartable, se convirtió en un fiel exponente de aquella tesis de que “el rap es el nuevo rock”. Sin embargo, la velada había empezado con una energía más parecida a la de sus primeros pasos.
El DJ nacional Keiz, famoso también como influencer, fue el encargado de telonear el evento desde las 7 de la noche. Keiz puso a saltar a un grupo de jóvenes que esperaban ansiosos, al ritmo de Duki y otros exponentes argentinos que junto con Wos son hijos de las competiciones de rap que estallaron hace casi 10 años.
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Para coronar aquella reminiscencia, el DJ invitó a RVS, uno de los raperos más destacados de Costa Rica y que también ha sido uno de esos gallos liricales de pelea. El nacional improvisó con estímulos del público, interpretó unos cuantos de sus temas y dejó la mesa servida.
Pero el plato fuerte de la noche se coció a punta de espera, pues pasaron al menos 20 minutos para que Wos irrumpiera en escena. “Wosito, Wosito”, “Valentín, Valentín (nombre de pila del rapero)”: los espectadores corearon de todo sin lograr que sus gritos madrugaran el momento inicial.
Como es natural, subió primero su banda: una bajista y una guitarrista que con talento y carisma brillaron en la noche rockera, junto al baterista y un tecladista. Seguidamente, a paso tranquilo pero decidido, el protagonista se posicionó en el centro de la tarima, frente al micrófono y... Parque Viva no volvió a respirar por dos horas.
Wos entró de frente como un tren, dejando en claro el tipo de artista que es y la naturaleza del material que presentó. Durante el espectáculo, lo siguió una cámara que proyectaba su presentación en una gran pantalla horizontal.
Tal detalle visual envolvió el show en una atmósfera idéntica a las de las grandes bandas de rock que llenaron por décadas la parrilla del canal MTV. Todo muy apegado al renacimiento de los 90 y 2000 en la moda del público que, por su edad, probablemente tuvo que disfrutar de aquellos videos por Youtube.
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Nuevas coordenadas y Descartable, dos de sus temas más estridentes, dispararon las pulsaciones en el ambiente en un performance que para alguien no familiarizado con el artista, bien podría ser el de una banda de rock pesado.
Después de estas dos canciones saludó al público muy brevemente y siguió desatando la locura con su música. El cantante tuvo una conexión profunda y tremendamente energética sin la necesidad de mediar conversación; su mensaje fue fuerte como una “patada de canguro” sin necesidad de salirse de lo artístico.
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Así lo demostró con Canguro, de los temas más sonados de su ya vasto repertorio, que puso a saltar a la multitud desenfrenadamente. Una aglomeración conformada casi en su totalidad por jóvenes muy parecidos al músico, desde su estética hasta su energía, pasando por las preocupaciones sociales.
“Y no, no hace falta gente que labure más, hace falta que con menos se pueda vivir en paz”, rezan los versos de Canguro, una pieza que demuestra a la perfección el fondo y las formas de la rebeldía que representa el argentino.
Más adelante, llegó un momento infaltable, con el que el mismo músico ironizó: “Será que lo hacemos”. Lo cierto es que cuando quedó solo con su guitarrista, quien tomó la guitarra acústica, era de esperarse que a continuación sonara Arrancármelo.
Esta canción, que se convirtió en una especie de himno de la selección de fútbol de Argentina en el pasado mundial, bajó los cambios y regaló unos minutos de paz e intimidad. Pero la mansedad duró poco y rápidamente las revoluciones volvieron al tope.
Es claro que Wos ha tenido una evolución musical significativa durante sus años de trayectoria; no obstante, esto no quiere decir que sus raíces raperas hayan desaparecido. El cantante lo dejó muy en claro cuando, como si estuviera en los parques donde rimaba antes de la fama, se tiró un beatbox.
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En esta ocasión, el intercambio no fue contra otro rapero, sino contra su baterista. Aunque desde hace años se han viralizado videos con esta habilidad del músico, no deja de impresionar cuando lo realiza en vivo.
El argentino interpretaba percusión con su boca y el baterista imitaba el patrón rítmico; en un fascinante duelo que desembocó en un freestyle. Como una oda a sus inicios y un recordatorio de que aún no pierde el “toque”, pidió al público que movieran las manos y realizó una improvisación llena de destreza.
Aunque el aforo no estaba lleno por completo, la cantidad de gente que se dio cita para rockear y rapear con Wos fue más que significativa. En la misma noche del clásico entre la Liga y Saprissa, la masa que colmó de frenetismo al Parque Viva no se interesó de morados ni rojinegros; el único color que reinó fue el “púrpura” que corearon en el tema homónimo.
Costa Rica fue la última parada internacional de la gira del músico sudamericano. Sin saber el desarrollo de los otros conciertos, es preciso afirmar que Wos le dio una despedida memorable a su tour y una inmejorable bienvenida a esta nueva etapa en la que las fronteras entre el rap y el rock son indistinguibles.