La semana pasada, a uno de los principales analistas de Wall Street le preguntaron cómo pensaba que el resultado de las elecciones estadunidenses podría afectar al sector de la energía. “Solo voy a señalar esto”, dijo Jeff Currie, del grupo de capital privado Carlyle. “Bajo la administración Trump, el mundo se volvió mucho más verde y bajo la administración Biden se volvió mucho más café”.Con esto, Currie quería decir que los acontecimientos globales y otras dinámicas pueden dar forma a los mercados de energía más que cualquiera que ocupe la Casa Blanca. Esto es cierto, hasta cierto punto. Los gases de efecto invernadero se desplomaron en 2020, cuando Donald Trump estaba en el cargo y los confinamientos por la pandemia de covid golpearon la economía global. Pero las emisiones volvieron a dispararse después de que Joe Biden asumió el poder en 2021 y las economías comenzaron a recuperarse.Del mismo modo, durante el gobierno de Trump se añadió más energía eólica terrestre que bajo el de Biden hasta agosto de este año, en parte porque los promotores de energías renovables se encontraban entre los afectados por los aumentos de las tasas de interés de la era Biden. La producción de petróleo de Estados Unidos (EU) también siguió aumentando hasta alcanzar nuevos máximos con Biden, ya que una industria de perforación cada vez más eficiente extraía más crudo de nuevos pozos.Aun así, es imposible restar importancia a las elecciones presidenciales de EU del próximo martes. El resultado repercutirá mucho más allá de las costas de estadunidenses, sobre todo en lo que respecta al cambio climático. Una candidata, Kamala Harris, quiere acelerar la transición energética para alejarse de los combustibles fósiles, mientras que el otro, Donald Trump, quiere frenarla o detenerla.Examinemos la promesa de Trump de desmantelar lo que él llama la “enormemente socialista” Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) de Biden. Esta legislación climática de gran alcance de 2022 ya está canalizando miles de millones de dólares en créditos fiscales hacia automóviles eléctricos, paneles solares, baterías y otras tecnologías fundamentales para una transición rápida, así como la captura de carbono y el hidrógeno que apoyan las empresas de gas y petróleo.Más allá de la Unión Americana, impulsó a la Unión Europea, a India y otras economías a lanzar programas para construir sus propios sectores de energía limpia y detener que las empresas respetuosas con el medio ambiente se dirijan a EU.Una carrera mundial por la energía verde es muy necesaria en un momento en que las emisiones de gases de efecto invernadero están alcanzando nuevos máximos. La carrera podría tambalearse con Trump, quien también prometió eliminar una serie de medidas más en materia de energía del gobierno de Biden, como una pausa en la aprobación de nuevas terminales de exportación de gas natural licuado y la descarbonización del transporte. Su compañero de fórmula para vicepresidente, JD Vance, hace campaña para reemplazar los créditos fiscales para vehículos eléctricos de la Ley de Reducción de la Inflación con créditos America First (Estados Unidos Primero) de siete mil quinientos dólares para automóviles de gasolina y diésel fabricados en EU.Trump también podría tomar medidas más duras para obstaculizar los esfuerzos globales de descarbonización de las que tomó la primera vez. Su campaña le dijo a los periodistas que volvería a retirar a EU del Acuerdo Climático de París, como finalmente hizo en noviembre de 2020. Biden rápidamente revirtió esa medida al asumir el cargo en 2021.Sin embargo, el plan de políticas de más de 900 páginas del Project 2025, que elaboraron los leales a Trump contiene un plan que algunos expertos jurídicos creen que podría dificultar mucho más que otro presidente demócrata revoque un segundo retiro de Trump. En el documento se dice que la próxima administración conservadora debería retirarse tanto del Acuerdo de París de 2015 como de su tratado original de 1992, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Algunos expertos creen que un futuro presidente demócrata necesitaría la aprobación del Senado para volver a unirse a la convención, lo que podría ser difícil de lograr.Cuando le pregunté a varios abogados qué pensaban, algunos dijeron que el Senado tal vez no necesitaría aprobar el reingreso a un tratado que ya había aprobado. Pero otros dijeron que la reincorporación podría requerir una mayoría de dos tercios de los votos.De cualquier manera, la perspectiva de otros cuatro años de una Casa Blanca de Trump inquieta a los defensores de la política en materia del clima en todo el mundo, que temen que envalentone a otros líderes a quitar el pie del acelerador de la transición energética.Esos temores se harán evidentes apenas unos días después de las elecciones del martes en la capital de Azerbaiyán, Bakú, donde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático (COP) se realizará a partir del 11 de noviembre. Los enviados deben negociar una serie de medidas, incluido un nuevo objetivo global de financiamiento en materia del clima, y basarse en compromisos pasados para alejarse de los combustibles fósiles.Lograr un acuerdo para ese tipo de esfuerzos entre casi 200 países es bastante difícil en el mejor de los casos. La amenaza de que el mayor emisor histórico del mundo y la nación más rica se quede al margen durante los próximos años proyectaría una sombra sobre Bakú. Pero el efecto de una victoria de Trump en la transición energética global podría sentirse durante décadas.CHC