El puesto de mando avanzado coordina desde Paiporta a miles de efectivos que siguen con las tareas de rescate: ancianos, embarazadas o transporte de oxígeno son tareas prioritarias
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El puesto de mando avanzado que coordina los trabajos de emergencias para atender a los afectados por la DANA parece una zona de guerra. Cubiertos de barro, decenas de miembros de cuerpos de seguridad del Estado corren de un lado a otro para atender las múltiples peticiones. Los teléfonos y los walkies no dejan de sonar: desde nuevas víctimas hasta personas que se encuentran con vida, voluntarios que quieren colaborar, alcaldes y alcaldesas que reclaman efectivos en zonas concretas. A una llamada para una donación de alimentos le sigue la comunicación de un rescate o la detención de un grupo de vándalos, una petición de auxilio o una simple consulta protocolaria.
En una gasolinera a las afueras de Paiporta se juntan las distintas unidades de la Guardia Civil, policías locales de una decena de municipios, Protección Civil, bomberos, sanitarios, la Unidad Militar de Emergencias o la Policía Nacional. Allí se gestiona la atención a heridos, el transporte de medicamentos, las zonas donde se han localizado personas con vida o el envío de maquinaria para despejar algunas vías.
Los trabajos son especialmente complicados: el lodo arrastra infinidad de materiales, hay vertidos, vehículos apilados que deben ser retirados para poder acceder al otro lado de la calle, puentes derruidos... Al mediodía comienza a llegar más maquinaria pesada, tractores, remolques y otros mecanismos para quitar obstáculos. Al otro lado, los vecinos se organizan como pueden para tratar de ayudar a sus conciudadanos.
Los equipos de emergencias trabajan a destajo desde el martes por la tarde. Durante el jueves, todavía están sacando a personas con vida que quedaron atrapados en viviendas de planta baja o en algunos garajes. En las últimas horas la UME se ha dedicado a repartir bombonas de oxígeno –de 80 kilos cada ampolla–, despejar viviendas, llevar medicación a lugares inaccesibles e, incluso, llevar a embarazadas al hospital que se han puesto de parto durante el desastre. “Ayer hicimos una ruta en autobús con médicos de La Fe, que llevamos a distintos municipios para personas que necesitaban atención, y de vuelta trajimos a los enfermos que necesitaban ir al hospital”, cuenta un efectivo de la UME.
Otro explica cómo sus compañeros cargaban a pulso a ancianos que estaban en las residencias afectadas, para subirlos a los vehículos y trasladarlos a los centros sanitarios. De momento, las víctimas mortales superan los 150, y los rescatados llegan por decenas. También hay operativos con trajes de neopreno para acceder a las zonas inundadas, otros que improvisan cualquier vehículo para transportar oxígeno; constantemente se reorganizan para cubrir necesidades.
Los rescates siguen produciéndose días después. “Hemos sacado a personas que llevaban 36 horas atrapadas”, destaca un militar, que cuenta que “llevaban subidos a armarios toda la noche hasta que bajó el agua”. Los rescatados se trasladan al hospital de campaña para una primera asistencia y después, si lo requieren, acuden al hospital. El improvisado centro sanitario también atiende a las personas que requieren algún tipo de cura, dado que el centro de salud municipal está prácticamente inoperante. Hay un psicólogo y voluntarios que estudian medicina, que asisten a los heridos leves.
“Es mejor estar ayudando que en el sofá de casa”, cuenta otro militar que ha venido como voluntario. “Llegan muchas personas que se ofrecen, pero, sin experiencia es más peligroso”, explica. Es la paradoja del voluntariado: muchas personas intentan ayudar y colapsan las escasas vías de acceso o se hacen daño mientras quitan escombros. Al puesto de mando llega un hombre con un esguince por un resbalón en casa, otro con una herida en la cabeza producida de manera similar.
Los cuerpos de seguridad mapean las zonas en las que trabajan, marcan las vías que se van despejando, las que están bloqueadas, los lugares en los que han entrado... El operativo está constantemente realizando consultas y peticiones múltiples: la unidad canina de búsqueda requiere acompañamiento para 'peinar' el río, el transporte sanitario necesita alguien que despeje el camino. También hay médicos voluntarios que hacen curas o intentan acceder a viviendas donde hay atrapados, pero, lamentan, todavía hay zonas en las que es imposible asomarse.
El secretario autonómico de Emergencias, Emilio Argüeso, trasladó su departamento al operativo de Paiporta, la zona cero, el miércoles. Desaparecido públicamente –sin dar ruedas de prensa–, acude a las reuniones del CECOPI de manera telemática, y después se acerca al centro del 112 en l'Eliana, donde está el equipo del presidente de la Generalitat y la conselleria de Justicia. Preguntado por qué está en Paiporta y no con su conselleria, responde: “He trasladado la secretaría autonómica a Paiporta para estar sobre el terreno”. Es el único responsable público que se encuentra aquí, todo el mando político opera desde las oficinas del 112. Habla periódicamente con los alcaldes que requieren ayuda, que en declaraciones a la prensa manifiestan que se encuentran abandonados. Toda la comunicación la ha centralizado presidencia de la Generalitat. Lo primero que han hecho esta mañana es pedir a los municipios que localicen descampados para llevar los coches que se quitan de las carreteras, hablar con el centro de seguros para que faciliten información a los usuarios, un encuentro entre los jefes de policía local de l'Horta Sud para coordinar efectivos y actuaciones, cuenta Argüeso.
A última hora de la tarde, los agentes, exhaustos, siguen enviando efectivos y coordinando operaciones. Algunos lo están pasando realmente mal psicológicamente, sin noticias de sus familiares desde el martes hasta el mediodía del jueves. “Es duro estar levantando escombros y no rescatando a tu familia”, explica uno de ellos. El viernes se prevé la llegada de más operativos: policías locales de otros municipios, refuerzos de material, más unidades del ejército. Necesitarán más de dos semanas para limpiar la zona, y aún esperan seguir socorriendo a más personas.